Emburciadas

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lunes, 30 de junio de 2014

MANDA HUEVOS

Leer la prensa es lo que tiene, que te encuentras cosas curiosas. Por ejemplo, leo hoy en un periódico que Pedro Sánchez, candidato a la secretaría general del PSOE, dice que “ahora somos mayoría los que aspiramos a un cambio auténtico”. Y justo la noticia siguiente titula “Blanco volvería a primera línea si gana Sánchez”. Pues vale. Pues menudo cambio ¿no? A mí eso me suena más bien a un cambio y marcha atrás, si tal.
 

Pero para curioso, curioso, lo de los cataplines del león del Congreso. Que sí, que no es coña, que lo he leído también. Que resulta que un canal de televisión ha pedido que le coloquen testículos a uno de los leones de bronce que hay en la entrada del Congreso. Y el Gobierno ha contestado que de eso, nada. Manda huevos ¿no? Y eso que la directora del canal televisivo ese se ha ofrecido incluso a ponérselos ella misma si hace falta. Que ya hay que tener pelotas, digo yo. Pero ni así.

 
Los que piden la cosa han investigado y han llegado a la conclusión de que no hay ninguna razón artística, histórica o biológica para que el león de marras no tenga lo que hay que tener. ¡Biológica! ¡Coño, que es de bronce!

 
Suena a cachondeo, ya lo sé, pero la cosa es seria, no creas. Tanto que, a partir de la solicitud de la tele esa, las pelotillas del pobre león han pasado por una comisión parlamentaria y dos ministerios, ahí es nada. Y ha sido el de Educación el que ha dicho que nones. Que ponerle a estas alturas sus atributos al bicho podría causarle efectos dañinos. Y que, además, ha venido a decir, el león ya venía sin huevos de serie. Bueno, en realidad ha dicho que en los años 50 ya no los tenía. Lo que no aclara es si en 1872, que es cuando lo pusieron en la fachada del Congreso, los tenía o no y, en caso afirmativo, qué huevos pudo pasar con los huevos del león entre ese año y los años 50.

 
Pero lo que más me ha gustado es que el Gobierno ha agradecido al canal de televisión su preocupación “por los símbolos que mejor nos representan”. ¿? ¡???! ¡¡¡¡????!!!!! ¿Un león sin cojones es uno de los símbolos que mejor nos representan? Pues ahora empiezo a entender muchas cosas. Así nos va.

 
Y es que este país tiene unos problemas de pelotas. Problemas cojonudos, vaya. A la vista está. Normal, por lo tanto, que Pedro Sánchez reclame cambios auténticos. Claro que tiene bemoles que piense en renovar las cosas contando con Blanco. Manda huevos.

jueves, 26 de junio de 2014

JUBILADOS, AFORADOS Y FORRADOS


Madre del amor hermoso, cómo está el patio. Oye, que te despistas un momento y esto se pone patas arriba. Empezando por la de gente que se ha dado el piro. Se jubila el Rey, se jubila Rubalcaba, se jubila Magdalena Álvarez, se jubila Willy Meyer… Que me iba a echar una siesta pero digo, no, casi que no, que lo mismo en lo que entorno los ojos se nos jubila hasta María Teresa Campos. O Gayoso, el de la Televisión gallega, no te digo más.

Desde que nos dijeron que los Reyes son los padres -los padres de Leonor y Sofía, quiero decir- esto es un no parar de sorpresas, de verdad. Mira, si no, a la Infanta Cristina, que la quieren sentar en el banquillo cual vulgar concejala o directora general, lo que hay que ver. No me extraña que su padre dijera hasta aquí hemos llegado y decidiera hacer mutis por el foro. O por el fuero, que se lo acaban de conceder. Que tiene su gracia, por cierto, ver a tantos diputados poniendo el grito en el cielo por la cosa esta de aforar a Don Juan Carlos. Que eso es mucho privilegio de Nuestro Señor, vienen a decir. ¡Y lo dicen ellos, que son aforados! Tiene bemoles el asunto. Mucho exigir igualdad de trato para la realeza, pero que la igualen con otros, no con los parlamentarios, hasta ahí podíamos llegar.

Y es que, es verdad, no todo el mundo es igual. Por ejemplo: el Rey deja su cargo y lo aforan. Y Maleni deja el suyo y la forran. Diez mil eurillos al mes de indemnización, cómo se te queda el cuerpo. Mira por dónde, una ayudita para pagar la fianza por el tema ese de si EREs o no EREs culpable.

Ahora, que yo, qué quieres que te diga, creo que esta mujer se merece eso y más. Que el servicio que nos ha hecho a los españoles es impagable, ¿que no? A ver, con lo triste y gris que es la política, las intervenciones de Maleni cuando era ministra le levantaban a uno el ánimo a carcajada limpia, no me digas. Como aquella comparecencia que hizo con el tema de la nevada que colapsó Madrid en 2009 ¿te acuerdas? Sí, sí, aquella “preciosa nevada”, como dijo la tía. Y luego soltó el trabalenguas aquel de “si la borrasca cambió de forma impredecible, no la pueden predecir, y si no la predicen quienes la tienen que predecir, ¿cómo quieren ustedes que lo vayamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción?”. Sublime. Que hubo un asistente que estuvo a punto de decir “¡la gallina!”, pensando que era una adivinanza. Y otro que estaba ensayando el de “tres tristes tigres”, para competir con ella. Mira, no me había reído tanto desde que vi por primera vez “La vida de Brian” de los Monty Python. Y eso es de agradecer, con este panorama tan sombrío que nos rodea.

Tan sombrío que, es cierto, dan ganas de jubilarse. Yo, si pudiera, lo hacía mañana mismo, que hoy se ha hecho un poco tarde. Estaría encantada, aunque no me aforaran ni me forraran.

martes, 24 de junio de 2014

DE FÚTBOL, POLLOS, REVOLUCIONARIOS Y REYES


Que sí, que es verdad. Que he tenido esto un poco abandonado. Pero es que la lían a una con asuntos varios y no hay forma de encontrar tiempo para todo.

Ahora, que no haya publicado nada en estos días no quiere decir que haya estado ausente, qué va. Todo lo contrario, entre asunto y asunto he podido seguir la actualidad y, la verdad, qué de cosas han pasado, tú. Y todas de enjundia, que cuando aún no has asimilado que Xavi Hernández se va del Barça te sueltan que ya no puedes lavar el pollo debajo del grifo, qué contrariedad. Y estas tú todavía rompiéndote la sesera en busca de una forma de quitarle al pollo las bacterias que han ido dejando todos los que lo han manoseado antes de que llegara a tu nevera sin que se extiendan las que lleva de serie y va España y pierde contra Chile despidiéndose del Mundial.

Y entre tanto, Pablo Iglesias justificando a ETA y contemplando impertérrito cómo sacaban a empellones a un señor que le incomodó con un comentario en una conferencia que dio en el Ritz de Madrid. Y, lo que es peor, la gente mostrando su sorpresa en la prensa y en las redes. Que no sé yo qué es lo que sorprendió más, si que el justiciero justifique el terrorismo, si que el revolucionario salvador de los pobres actuara en semejante templo de los ricos o si que el ultradefensor de la libertad de expresión accediera a que la de ese asistente a su charla se cortara de raíz con una patada en el culo. En ninguno de de los tres casos entiendo la sorpresa, que a este se le veía venir desde el minuto uno.

Pero, bueno, nada como los actos del otro día en Madrid. Sí, sí, lo de las Cortes y el Palacio Real. Que digo yo que menudo sarao organizaron Felipe y Letizia para decirles a sus niñas que los reyes son los padres, oye. Vale que en su caso la cosa es más literal, pero yo recuerdo perfectamente cuando se lo dije a las mías y el tema fue infinitamente más simple. La mayor se puso a llorar, lo mismo que yo cuando mis padres hicieron lo propio conmigo –sí, parece increíble, pero eso también lo recuerdo-. Y cuando le tocó a la pequeña su reacción fue mucho más, cómo diría, más prosaica. Le solté el mismo argumento que a la otra: que lo importante es la ilusión, que la magia puede continuar, que entre todos haríamos que ese siguiera siendo un día especial…. Y ella, impasible el ademán como si fuera la mismísima Doña Leonor, escuchó mi discurso como si yo fuera el mismísimo Felipe VI y al acabar sólo preguntó “pero, bueno, ¿me váis a seguir trayendo lo que pida?”. Vamos, que sólo le faltó añadir un “¿o va a haber recortes?”, como anticipándose a los tiempos, ella a lo suyo.

Pero, bueno, que ahí quedó la cosa. No invitamos a nadie ni nos compramos modelitos para la ocasión y, sobre todo, no hubo besamanos. Un par de besos en las mejillas y un achuchón maternal y asunto zanjado. En fin, soy consciente de que los tiempos cambian. También en mi época la Primera Comunión se liquidaba con un chocolate con churros y ahora se hacen comuniones que parecen bodas.

Y el pollo se lavaba con un buen chorro de agua y no pasaba nada. Y los revolucionarios hacían la revolución y no paripés. Y Xavi Hernández aún no jugaba al fútbol. Y la Selección española… bueno, eso sí, la Selección española tampoco ganaba los mundiales.

miércoles, 18 de junio de 2014

DIPUTADOS, SUELDOS Y DIGNIDAD


Lo que me faltaba, oye. Leo que a los diputados del Parlamento de Galicia les da repelús bajarse el sueldo porque quieren un salario digno. La leche. Vaya, que les falta ponerse en huelga y montar una mani con esa pancarta ¿te imaginas?  “Por un salario digno” y todos los diputados detrás, qué estampa.

Lo mismo les parece que les pagamos poco; total, unos 5.000 euros al mes. Vamos, yo creo que eso se pasa de digno ¿no? Sobre todo con la que está cayendo ahora mismo. Que digo yo que, si para esta gente el umbral de la dignidad está en los 5.000 euros, ¿qué es para ellos un mileurista? ¿Un desecho? Y no te digo ya un aspirante a mileurista, que los hay a patadas, lamentablemente.

¿Cómo miden ellos la dignidad? ¿Cuánto más digno es, en euros, ser diputado que ser, pongo por caso, médico, profesor, policía o comercial? O incluso miembro del Gobierno. O, sin ir más lejos, asesor de esos mismos diputados, que, en muchos casos -me consta-, tienen jornadas de trabajo más largas que ellos mismos y no les pagan ni la mitad. Porque sé de más de un parlamentario que aunque cobra por dedicación exclusiva le dedica a su tarea un tiempo más que parcial, no nos engañemos.

Si medimos la cosa en base a responsabilidad, volvemos a lo mismo ¿tienen ellos más responsabilidad que los profesores que educan a nuestros hijos o que los médicos en cuyas manos ponemos nuestra salud? Claro que los diputados tienen mucho estrés. Sí. Ja. Mira, para mí, el verdadero estrés es trabajar tropecientas horas en una empresa o limpiando oficinas o conduciendo un camión y ver que el sueldo no llega ni al día 15, déjate de cuentos.

Pero lo mejor son los argumentos de algunos. Hay uno muy izquierdista, Xosé Manuel Beiras, que para justificar el pastizal que cobra se compara con los banqueros y con los miembros de los consejos de administración de las grandes empresas. Nos ha jodido. Claro, así cualquiera se siente pobre. Bueno, no, cualquiera no. El aspirante a mileurista que se compare con esos no se sentirá pobre. Se sentirá hundido.

Este sujeto –que, por cierto, lleva no sé cuánto tiempo sin aparecer por el Parlamento, eso sí que es un sueldo limpio- dice también que es que los de su grupo destinan buena parte de sus ingresos a mantener su partido. Y vuelta la burra al trigo. Que a mí me da lo mismo en qué se lo gaste, oiga. A mí lo que me preocupa es que ese dinero lo pongo yo y se lo gastan usted y los suyos. Vaya, que a comedores sociales no va precisamente. Aunque, ya que puede prescindir de esa parte de su salario, preferiría que la destinara a otros fines más acordes con lo que usted predica y con el momento actual; o sea, a gente que necesita más el dinero que su partido. Seguro que la encuentra, a poco que busque.

Y, ya, el disparate llega cuando dice que es que su partido no recibe dinero negro. Vaya por Dios, ¿y eso? Y que hay directivos de empresas que eluden a Hacienda declarando una cosa por otra. Vamos a ver, señoría, a mí no me parece que compararse con delincuentes sea la mejor forma de justificar el sueldazo que recibe por no ir a trabajar. Vamos, digo yo.

Y  sigue cuando habla del capital público que se le ha inyectado a la banca y del tema de las preferentes, como si eso solo le afectara a él. Vaya, que para justificar lo que le pagamos por ser diputado aunque no ejerza le ha faltado escudarse en el cambio climático o en el desastroso partido que hizo España frente a Holanda.

Pues muy bien, mire, ahora me quedo mucho más tranquila. Vamos, que viendo lo que hay por ahí y lo que tiene usted que aguantar, cinco mil euracos me empiezan a parecer pocos. De lo que cobro yo ya ni le hablo, no vaya a ser que pierda la dignidad. Y la educación.

A mí lo que me parece es que, ya que les pagamos, lo menos que les podemos pedir a algunos es que sean un poquito dignos. Y se callen la boca.

martes, 17 de junio de 2014

EL PROGRAMA DE PABLO


Yo es que leo el programa de Pablo y alucino vecino. De Pablo Iglesias y los suyos, digo. Sí, sí, me he leído el programa de Podemos, al contrario de la mayoría de los que los votaron, estoy segura. No cuesta mucho, además. Viene siendo algo así como unas cuantas utopías para arreglar el país en treinta y seis páginas. Me lo he leído porque está muy bien que se diga que el fenómeno de Podemos tiene que hacer reflexionar a los partidos tradicionales, que el fenómeno de Podemos es una llamada de atención y que el fenómeno de Podemos representa el descontento de los ciudadanos con su clase política. Que sí, que es verdad, que eso está claro. Pero, además de eso, podemos y debemos saber de qué va el fenómeno. Y, a lo mejor, los que también deberían reflexionar son los que le han dado su confianza.

Salvo excepciones justificadas, tiendo a desconfiar de la gente que presenta curriculums larguísimos; no sé, mira, es una manía. Y el del fenómeno, bueno, el del figura que lidera el fenómeno este, tiene casi una página por año de vida.  Claro que es de esos que incluye hasta jornadas por las que creo que se pasó solo un ratito, al cofee-break y tal. Pero, bueno, para un hombre que por presumir hasta presume de la magnitud de su ego, tenerlo muy grande, el curriculum, pues es normal. Baja Modesto que sube Pablo.

En fin, que eso es lo de menos. Pero el programa, ¡ay el programa!. Que tú lo miras y, salvo alguna cosa, no se diferencia tanto del programa de cualquier otro partido, no te vayas a creer. A ver, que al final todos queremos bienestar para todos, trabajo para todos, derechos para todos, igualdad para todos, el medio ambiente impecable y que los pobres sean menos pobres, ya te digo. Eso sí, hay que reconocer que estos han empezado a cumplir su programa inmediatamente, no como otros. Y justamente por ese último punto. Han conseguido que cinco españoles sean ya menos pobres. Los cinco que han logrado escaño en el Parlamento europeo. Qué digo menos pobres; que son ya casi ricos, menudo sueldazo. Con la manía que le tienen a los ricos, el salario les da incluso para caerse mal a ellos mismos. Ya, ya; ya sé que han dicho que ellos solo se van a quedar una parte, que la otra se la dan al partido. Ese argumento ya se lo he oído a otros políticos y es que me da la risa, por decir algo amable. A ver, Pablito, que a mí me da lo mismo pagarte a ti que a tu partido, a ver si lo entiendes.

Volviendo al programa, aunque soy de letras, he echado las cuentas, así por encima, y eso no hay quien lo pague. Porque, claro, estos pintan un mundo ideal pero no dicen de dónde van a sacar la pasta para financiarlo, no sea que se les tuerza el invento. Y, encima, proponen algunas cosas que saldrían carísimas. Como acabar con los colegios concertados –todo un clásico- y dedicar lo que se ahorraría en subvenciones a la enseñanza pública. Muy bonito. El problema es que con ese ahorro no llega para conseguir colegios públicos para todos. Es más, las administraciones se ahorran miles de millones de euros gracias a los conciertos. Y así todo.

Pero nada como la solución que ofrecen al problema de la vivienda. Que es muy cómoda, lo reconozco. Cómoda para el que gobierna, claro. Porque ¿para qué se van a matar los gobernantes en resolverle el problema al que no tiene casa? Qué va, hombre. Mucho más fácil: se la quitan al que la tiene y santas pascuas. Sí, sí, al que la tiene y no la usa ni la alquila durante al menos un año, ya lo sé. Que si está vacía y alguien necesita un techo, pues hala, que se metan dentro. A ver, Pablete, una cosa te voy a decir: si yo tengo un piso que nadie me ha regalado, que he pagado o estoy pagando a base de trabajar más horas que un reloj y no vive nadie en él porque no consigo alquilarlo o no me sale rentable o no me sale de las narices y me metes a alguien dentro sin mi permiso, me planto en tu casa y me quedo a vivir. Tú verás. Y hasta podría destrozarte los muebles como forma de ejercer mi derecho de manifestación y protesta que tú prometes respetar al máximo. Y aunque en ese momento me consideraras una terrorista, te lo tendrías que tragar, porque también prometes acabar con las políticas antiterroristas que vulneren la libertad de expresión. A ver si te enteras de que no todo el que tiene un piso vacío es rico y que entre las paredes de muchísimos de esos pisos hay mucho esfuerzo, mucho trabajo y una aspiración legítima de ahorro y de cierta seguridad para el futuro. Que, visto lo visto, va a hacer mucha falta.

Me parece un error calificar a Podemos de partido de frikis o cosas similares, como han hecho algunos. Después de lo ocurrido en las elecciones europeas, quedarse en eso sería caer en un simplismo poco útil. Lo mismo que creer que ese partido y sus propuestas pueden solucionar nuestros problemas. Porque no pueden.

jueves, 12 de junio de 2014

CUMPLEAÑOS


Hoy es mi cumpleaños. Sí, mira tú. Nací tal día como hoy de hace bastante rato. Y estoy encantada, oye. Que hay quien lleva mal eso de cumplir años, ya lo sé. Pues yo no. Yo creo que lo que se debe llevar realmente mal es no cumplirlos. Así que me encanta que sea mi cumpleaños. Que cumplo unos cuantos, sí, pero, mira, eso que tengo. Yo no soy como mi padre, que siempre dice que tiene treinta “y más meses que la hostia”, mira que es simpático. Pues yo digo los que tengo, no hay por qué esconderlos. Hoy cumplo….. joé, qué número más gordo. Y fofo. Y bastante rotundo. Bueno, casi que no lo digo, que asusta un poco, es verdad. Pero daré una pista: puedo aprovechar para mi tarta las velas con número que le puse en la suya a mi hija el otro día, que cumplió 15. No hay muchas vueltas que darle. Solo una.

Yo lo del cumpleaños feliz lo llevo a rajatabla. Lo disfruto mucho, sobre todo si te regalan un día de sol como hoy. La gente se acuerda de ti y te felicita. Y si no se acuerdan, se lo recuerda el Facebook, qué gran invento. La de personas que me han felicitado por Facebook, no te haces una idea. Y lo mejor es que prácticamente a todos los conozco; vamos, que son amigos de verdad, de los de carne y hueso y no solo agregados virtuales. Una gozada. También he recibido felicitaciones por correo electrónico. ¡Hasta me ha felicitado el Infojobs, qué gracia! No me ha regalado ningún trabajo interesante, pero no se lo tengo en cuenta; lo que vale es el detalle. Y la intención.

Hay que reconocer que esto de la tecnología es fantástico. Que estás aún en pijama y ya te ha felicitado medio mundo, has leído la prensa, te has enterado de lo que va a desayunar fulano, del último chiste de mengano y de un montón de ofertas en ropa y accesorios que te traen a casa sin moverte del ordenador. Así, como las celebritys, qué gustazo.

Y también te llegan ofertas de trabajo. Sí, las del Infojobs. Otro gran invento. Que probablemente no encuentres un empleo adecuado, pero haces unas risas. En serio. Tú pones tu perfil profesional y luego te llega cualquier cosa. A mí, por ejemplo, un día me llegó una oferta para trabajar de stripper, lo que me llegué a reír. ¡Stripper! Hombre, que se agradece el halago, pero, en fin, que una ya no está para según qué trotes. De todas formas, no te creas, esa oferta tiene sus ventajas. Por ejemplo, no te tienes que romper la cabeza pensando qué ropa te pones para la entrevista. Y las que también tienen su chispa son las tipo “se busca reponedor de supermercado con inglés y alemán”, ¡toma ya! ¡Inglés y alemán para poner latas en las estanterías! Entonces, para cajera ¿qué pedirán? ¿chino y una ingeniería?

Visto lo visto, no veo yo muchas posibilidades de prosperar laboralmente. Pero, al menos hoy, me importa poco. Hoy es mi cumpleaños y voy a ser feliz. De momento, voy a coger unos tomatoes, unas zwiebels, unos paprikas y un octopus de la ría y me voy a preparar un salpicón, que es uno de mis platos favoritos. Aplicando el Decreto Loreal. Porque yo lo valgo.

martes, 10 de junio de 2014

PREGUNTAS TRASCENDENTALES


Ayer me fui de compras. Sí, ya ves. Bueno, en realidad, la frase perdió todo su sentido al acabar la tarde. Porque no compré nada. Como de costumbre. Pero el tiempo que dediqué a mirar escaparates, tocar prendas en las perchas e incluso probarme alguna me sirvió para reflexionar. Sí, mira, es que eso de ir de tiendas sola te permite disfrutar de un momento casi íntimo, en el que una se encuentra consigo misma y que es muy aprovechable para pensar sobre las cuestiones verdaderamente importantes de la vida.
Pues bien, fruto de esa reflexión profunda, ayer se me plantearon tres preguntas que estoy segura que muchas mujeres se han hecho más de una vez y nadie ha sido capaz de contestar. Que son:   
Primera: ¿Por qué en esas perfumerías grandes, tipo supermercado cosmético, tienen la manía de poner los polvos compactos en el estante de abajo del todo, el que toca el suelo?
Es que yo, cada vez que busco una polvera de esas en una de esas tiendas acabo en unas posturas que rozan el patetismo. Porque, aunque una está divina, ya tiene una edad. Y los huesos, las articulaciones, los tendones y todo ese aparataje que nos sujeta, se resienten. Y, claro, estar mirando precios, tonos y texturas en cuclillas, pues no me parece apropiado, qué quieres que te diga. Y encima las ponen en estanterías distintas, a metros unas de otras. Y como no es plan irte arrastrando por el suelo como un gusano, hasta ahí podíamos llegar, pues hala, agáchate, levántate y vuélvete a agachar. ¡Que parece que está una en misa, demontres! Ayer llegó un momento en que me chirriaban las rodillas. En serio, en un arriba-abajo de esos escuché un ñeeec-ñeeec que era de todo  menos glamuroso. Y lo peor es que tuve la sensación de que también lo escuchó una señora, muy puesta ella, que estaba a mi lado revisando pintalabios. Por cómo me miraba lo digo. Claro, como los pintalabios te los ponen en la balda de arriba de todo, se podía permitir ponerse digna observándome desde las alturas. Mira, me dio tanta vergüenza que me pasé más de veinte minutos en el suelo, haciendo como que dudaba entre varios maquillajes, por no levantarme y que volviera el sonidito. Acabé con las muestras de todos los polvos del estante. Mis manos eran como dos paletas con todas las tonalidades, desde el nature hasta el bronze, pero yo seguí allí hasta que la digna se marchó. Bueno, hasta un rato después, porque recobrar la postura vertical fue una odisea.
Segunda: ¿Por qué las dependientas de las grandes cadenas de ropa te hablan siempre como si fueras una niña pequeña?
Que vale que cuando estás tranquilamente revolviendo entre blusas y vestidos se empeñen en acercarse para decirte, básicamente, que están allí para venderte lo que sea. Es su trabajo. Pero lo que no entiendo es esa manía de preguntarte si quieres “alguna cosita” con un tono musical que más que hablarte parece que te están cantando. “¿Busca al-gu-na co-siii-taaaa?”.  Y como pongas la mano encima de una prenda, siguen la canción con el consabido “de esa hay ta-lli-tas, si quiere probarse”, que te dan ganas de decirle “¿insinúas que la mediana  no me va a caber?”. O lo de “esa la tenemos también en azulito y en rosita”. Pero yo ¿qué busco? ¿una falda o la canastilla de un bebé?.

Y tercera y más trascendental: ¿quién coño diseña la iluminación de los probadores de Zara?
Que mira que tienen ropa bonita, pero es que te la pones en sus probadores y parecen trapos. Que te miras en el espejo, con esas sombras y esa luz entre blanquecina y amarillenta que tiene la virtud de realzar lo peor de una y empiezas diciendo que ese no era el vestido y acabas pensando que esa no eres tú. De verdad, aquí que somos tan dados a montar protestas por cualquier cosa, me sorprende que nadie salga a la calle a pedir a gritos otro iluminador.

En fin, he ahí el fruto de mi tarde de compras. A ver si alguien me da respuestas. Se admiten en cualquier tallita y colorcito.

sábado, 7 de junio de 2014

QUIERO SOL


A mí es que esto no me parece ni medio normal. Estamos casi a mediados de junio y parece febrero. Venga a soplar el viento y venga a llover. No puedo con este tiempo, de verdad. Y aún hay quien dice que la lluvia es arte. Sí, también era arte aquella bicicleta vieja y oxidada con cuatro ladrillos encima del sillín que vi hace años en una exposición. Va a gustos, desde luego, pero a mí me parece una tomadura de pelo. Sí, lo de la bicicleta también, ya que estamos.

Me parece una burla que tengamos que vivir entre temporales. Que no sé por qué les llaman temporales, porque estos son fijos de plantilla, vaya.  Oye, que se instalan allá por septiembre y aquí siguen. En Galicia no tenemos estaciones, tenemos alertas. Alerta amarilla, alerta roja, alerta por viento, alerta por lluvia. Hombre, ya está bien. Que al final la alerta la van a tener que dar cuando se prevea buen tiempo, por lo insólito del caso. A saber cómo reaccionaremos, si es que llega el día.

Dan ganas de no salir de casa. Pero salimos, claro. Y es una odisea. Te plantas frente a la puerta, te abrochas bien la gabardina –o el trench, que queda más cool-, te cuelgas el bolso y antes de abrir la puerta ya piensas “cómo me voy a poner”. Sales, te resguardas debajo de un balcón para sacar el tabaco y el mechero mientras el paraguas se te cae. Te agachas a cogerlo, pasa un coche y te bautiza. Te recompones, sujetas el paraguas entre las piernas, enciendes el pitillo, guardas la cajetilla en el bolso y abres el paraguas. Sales de tu refugio y echas a andar. Como hace tanto viento, el paraguas se balancea y tú te mojas como si no lo tuvieras. Pero lo sigues sujetando, con toda dignidad. Entonces te das cuenta de que el pitillo no tira porque está empapado. Apoyas el palo del paraguas en el hombro, lo intentas sujetar ladeando un poco la cabeza, encogiendo el hombro y arrimando el brazo contra el pecho mientras, con la otra mano, vuelves a buscar el paquete de tabaco en el bolso. En esa posición tan natural, el bolso se va resbalando por el brazo y acaba en el suelo. Cuando te inclinas a recogerlo, el paraguas hace un movimiento extraño y vuela dos portales más allá. Corres hacia él. Lo alcanzas, lo agarras, lo abres, vuelves a sujetarlo con la misma naturalidad de antes, sacas el puñetero tabaco, el mechero, enciendes otro pitillo, guardas el tabaco y el mechero, cierras el bolso y te dispones a caminar. Entonces te percatas de que una varilla del paraguas se te ha enganchado en el pelo. Te dejas el pitillo en la boca, te colocas bien el bolso en el hombro y pones las dos manos a trabajar para desenganchar la varilla. Y en eso te suena el móvil. Que está en el bolso, claro. Te estás ahogando por no soltar el cigarrillo de la boca, pero, como si no te importara, dejas el paraguas colgando del pelo, abres el bolso, buscas el móvil, se cae el paraguas, se te caen varios pelos, se cae el pitillo y coges el teléfono. Te lo apoyas en el hombro del bolso y le arrimas la oreja mientras intentas recuperar el paraguas. Nadie te habla, ya han colgado. Haces un gesto de fastidio, que el móvil aprovecha para caerse. Sí, claro, en un charco. Cuando te agachas a cogerlo jurando en arameo, se cae el bolso. Sí, en el mismo charco. Lo pones todo en su sitio y a pesar de estar como para meterte en la centrifugadora, abres otra vez el paraguas y empiezas a andar, con la cabeza muy alta, muy despeinada y con unos cuantos pelos menos. No has dado dos pasos y una ráfaga de viento vuelve el paraguas del revés y lo hace trizas. Lo dejas en una papelera que parece un cementerio de paraguas.

Llegas al trabajo y te cruzas con un compañero. Le dices “buenos días” y te contesta lo mismo que ese y otros compañeros, y todos los compañeros, y todos los que no son compañeros, y los vecinos y los amigos y todos a cuantos les has dicho buenos días en los últimos tropecientos meses te han contestado sin variación: “bueno, tanto como buenos…”. Qué aburrimiento, de verdad. Que es que los temporales estos nos han dejado sin conversación. Que aquí se diría que no existe la crisis, ni el paro, ni las elecciones, ni el rey saliente ni el entrante. ¿Pero quién va a hablar de esas cosas con la que está cayendo? Aquí ya no se habla ni de fútbol, mira lo que te digo. Aquí comentas el último dato del paro y lo más que obtienes es un gestito, así, como levantando un poco la mirada. Sueltas algo sobre el palo que se han llevado los dos grandes partidos en las europeas y lo mismo. Ahora, tú dices algo del tiempo y la gente se te abre totalmente. Se te abre en canal, claro, para desaguar.

Pero lo peor no es eso. Para mí lo peor es que, cuando de pronto sale el sol y se queda, no quiero exagerar, un par de días, entonces aparecen los aguafiestas. Los que al segundo día ya te hablan de los riesgos de la sequía, ¡de la sequía, por Dios bendito, y tú aún con el móvil en la secadora!. Que si tanto sol no es bueno para esto, que si la falta de lluvia es mala para aquello…. Ah, y algo muy recurrente, que el calor va a fastidiar la cosecha de Albariño, qué manía. Que un día ya no me pude aguantar y al que me vino con lo del vino le solté “mira, es que yo soy más de Rioja, ¿sabes?”, que ya sé que es geográficamente incorrecto, pero no pude más.

Pues eso, que yo quiero sol. Y cuatro estaciones, como las pizzas.

martes, 3 de junio de 2014

DE BANDERAS, POLÍTICOS Y MACHOTES


Éramos pocos y abdicó el Rey. Y, mira, que a mí me parece muy bien que la gente aproveche la coyuntura y salga a la calle para pedir que, ya que se va, que no pongan a otro. Bueno, o que pongan a otro, pero que lo elijamos entre todos. Vamos, que en vez de ser rey que sea un político y en lugar de deberse a los españoles se deba a su partido, que es lo que suelen hacer los políticos. Tal como están las cosas, con un poco de suerte, no elegiríamos a uno del PP o del PSOE. A lo mejor, hasta podemos elegir al de Podemos. Ah, no, que ese no se presentaría, porque si ya dice que no tiene formación ni para ser concejal, imagínate ser Jefe de Estado.

Bueno, pues eso, que muy bien, que seguramente sería estupendo que extendiéramos la democracia a todo y pudiéramos decidir también sobre si queremos seguir siendo una monarquía o nos convertimos en una república. O a lo mejor no sería estupendo, no sé. Pero, en todo caso, es bueno que podamos salir a la calle a expresar nuestra opinión.  

Pero, vaya, que no es eso lo que me trae aquí. Que a mí lo que me llama la atención es que en una sociedad tan madura como la nuestra sigamos tan enganchados a los símbolos, a las acciones simbólicas, quiero decir. Ayer, por ejemplo, el líder de un partido político, diputado y concejal de una ciudad, colgó una bandera republicana en el balcón del Ayuntamiento. Que está prohibido, guauuuu. Pues qué bien, oye. Y ¿para qué se supone que hizo eso? ¿Para que todos digamos qué huevos, tío, eres un machote?

A ver, que a mí no me hace ningún daño que cuelgue ahí la bandera republicana; no creo que me perjudique en nada personalmente. Como si cuelga la del Atleti, que está tan de moda. Pero lo que yo me pregunto es ¿para qué sirve colgarla? O, mejor, ¿para qué sirve que un representante de los ciudadanos haga semejante “proeza”? ¿No se supone que a ese señor le pagamos para que haga otras cosas más…, no sé, más prácticas?

Ya, ya sé que no es más que eso, un símbolo. Vale. Pero a mí me parece una pérdida de tiempo y de dinero que ese señor se dedique a hacer esas cosas. Y una payasada, la verdad. Y si la cosa va de símbolos, resulta que colgar ese en un ayuntamiento es ilegal. De manera que a ese señor le pagamos entre todos un sueldo nada despreciable para que se permita el lujo de incumplir la ley. Fue un acto solo ilegal porque la bandera que colgó era republicana; si hubiera sido la del aguilucho, sería, además, un acto fascista; y para él y los suyos, inadmisible. Y hubieran montado un pollo de no te menees. Pero como era la tricolor, pues nada, el tipo es un machote, y no uno de tantos políticos que cometen ilegalidades.

Pues mira, machote, lo que es yo, si en vez de tener el valor de entrar en un ayuntamiento al que puedes entrar tranquilamente, acceder a un balcón al que puedes acceder tranquilamente y colgar una bandera que puedes colgar tranquilamente, tuvieras los huevos de estudiarte la legislación y las posibles vías para que eso que mucha gente pidió ayer se pudiera conseguir y, como representante público que eres, hicieras las gestiones oportunas para intentarlo de una forma legal, pues lo mismo hasta te aplaudía. Igual la foto no la tenías tan fácil. Pero dolería menos el pastizal que te pagamos entre todos.