Emburciadas

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miércoles, 25 de febrero de 2015

CÓMO GANAR EL TIEMPO EN INTERNET





Cómo ganar el tiempo en Internet. Suena raro ¿verdad? Pues tiene sentido, en serio.

Hoy es que me he puesto en modo práctico. Cuando alguien disfruta de un período sabático, como es mi caso, puede hacer varias cosas. Entre otras, perder el tiempo, que es algo muy sano, no te creas. Sobre todo si hasta ahora no te habías podido permitir ese lujo.

Y son muchos los que piensan que un ordenador con Internet es lo más en eso de perder el tiempo. Hombre, a ver, es verdad que la Red está llena de tentaciones para no hacer nada útil. Puedes, por ejemplo, pasarte las horas muertas jugando al Candy Crush, como Celia Villalobos. Por cierto, rogaría a mis amigos del Facebook que no me manden más invitaciones para jugar a eso. Que no quiero jugar, demontres. También puedes estar días enteros viendo videos de gatitos, de perritos, de pollitos, de conejitos y de toda clase de bichitos. Debe de haber millones. O aprenderte de memoria el rap de las cocretas de Belén Esteban a base de ver el video vuelta y vuelta.

Pero también se puede ganar el tiempo en Internet. Sí. Yo lo he descubierto en este tiempo. Para formarte, por ejemplo. Existen multitud de oportunidades para adquirir conocimientos online. Y me parece algo muy interesante. Para actualizarte, reciclarte o profundizar en tu profesión. Si te has quedado sin trabajo, además de buscar uno en las múltiples páginas-bolsas de empleo –no os perdáis la última oferta que me ha enviado el Infojobs: ortoprotésico para atención al público. ¡¡¡????!!!!! Tengo que revisar el perfil que les di-, pues, además de eso, puedes aprovechar las muchas opciones de formación que Internet te ofrece.

Inscribirte en un MOOC es una de esas opciones. Seguro que muchos os preguntareis qué es eso de los MOOC. Porque a mí me da que es una de esas cosas interesantes que son bastante desconocidas, cosa que no entiendo. Pues Un MOOC, como su nombre completo -en inglés, of course- indica  es un massive open online course, o sea, un curso en línea masivo y abierto. Hay varias plataformas que los ponen a tu disposición. Yo he probado en la que google puso en marcha hace aproximadamente un año, en colaboración con varios ministerios, un buen número de universidades y otras entidades y organismos. Se llama Actívate y, además de un buscador de empleo, consejos para buscar trabajo y para convertirte en emprendedor, pone a tu disposición cursos gratuitos relacionados con las nuevas tecnologías. Está claro que la cosa no es como hacer un máster en Harvard, precisamente. Pero debo decir que resultan bastante útiles para aprender cosas interesantes y con futuro y dotarte de una base muy apreciable para avanzar en ciertas profesiones.

También he probado en Miriada X, que ofrece cursos de universidades iberoamericanas de la red Universia. Y he echado un vistazo a Coursera, plataforma desarrollada en 2011 por académicos de la Universidad de Stanford, que ofrece numerosos cursos de varias universidades, la mayoría estadounidenses, sobre temáticas variadas y en distintos idiomas, entre ellos el español, aunque predomina, lógicamente, el inglés.

Todo ello, además de la posibilidad de estudiar por tu cuenta sobre lo que más te interese a base de manuales, guías, foros, blogs, libros gratuitos y videos didácticos, que los encuentras a montones.

En serio, para mí todo esto ha sido un descubrimiento de lo más positivo. Y que, entre otras cosas, me ha permitido entender hasta qué punto Internet es, verdaderamente, todo un mundo y comprender ese mundo un poco mejor. Para un periodista, un publicista o un asesor de comunicación, saber lo que pueden dar de sí las redes sociales, cómo funciona la publicidad de la Red o iniciarse en el marketing digital es ya casi obligado. Y yo es lo que llevo haciendo unos meses.

Y me apetecía contarlo. Y animar a todo el que esté pasando por un paréntesis en su vida a explorar esas posibilidades. Y a ganar el tiempo en Internet.
 
 

jueves, 12 de febrero de 2015

DE BARBIES Y TRAUMAS


Vaya, pues ahora lo entiendo todo. Claro, si es que, al final, todo tiene una explicación, aunque haya que bucear en los años más tiernos de uno para encontrarla.

Que resulta que a Tania Sánchez su padre le prohibía jugar con Barbies. Que eran una mala influencia por ser demasiado “top-model”, decía. Y tampoco le dejaba ver MelrosePlace ni Beverly Hills, que aquello era algo así como una casta de snobs horteras venidos muy arriba. Bueno, bueno, bueno. Pobre Tania. Porque la cosa no es que se lo prohibieran, no; lo malo es que a ella aquellos demonios le gustaban, que bien que dice que aunque no le dejaran, veía las series esas a escondidas. Y, claro, lo de contravenir las órdenes de su padre debía de ser incómodo, pero aún tiene un pase. Lo grave es que a esta chica la obligaron a luchar contra su educación, los principios inculcados y contra ella misma para intentar encontrar su sitio.

Que ya me la imagino yo, criaturita, babeando mientras visionaba clandestinamente aquellas supercasas, aquellos supercoches, aquellas superfiestas, aquellos supermodelitos y aquel superlujo, qué super todo, tía, osea.  Aquellas superfiguras tipo Barbie de Brenda y sus amigas y aquellos supercuerpazos tipo Ken de Brandon y sus colegas ¡vade retro! Y mirar de reojo a su Nancy permitida, tan redondita, y pensar “pues va a ser que no es lo mismo”. Y no te digo nada cuando se fijaba en su orondo Barriguitas, también legal en su casa; vamos, ¡como para preferirlo a Luke Perry!

Qué trauma, oye, peleando desde el sofá entre su “yo” público de progre en ciernes contra su “yo” interior de aspirante a pija glamurosa, quedándose al final en eso hoy en día tan ordinario por abundante que es el progrepijismo. No me extraña que, a la postre, la buena de Tania se haya convertido en un culo de mal asiento. Que en lo que se tarda en cambiar de vestido a una Barbie, ella se mete en Izquierda Unida, se echa de novio al líder de Podemos –menos aparente que Ken pero con el suficiente sex appeal como para irse de copas con Brandon por Beverly Hills adelante- se hace candidata de IU, se sale, monta una plataforma y tontea con los del partido de su churri, a los que deja arrimarse pero lo justo. Vaya, que compromisos los justos, que ya ha dicho también que el matrimonio no tiene nada que ver con el amor, así que, como mucho, algún que otro derecho a roce y punto pelota.

Qué malos son los traumas infantiles, verdaderamente. Y los juveniles. Yo creo que estas revelaciones de Tania son más que suficiente razón para perdonar esos deslices de los que se le acusa, como lo de favorecer a su hermano en contratos millonarios. Compréndanla, señores míos, ¡que no la dejaban jugar con barbies, un poco de compasión! Y encima es que el que autorizaba los contratos era su padre, ya ves tú, como para llevarle la contraria. Que se empieza discutiéndole los de las adjudicaciones y se acaba confesando que “para que lo sepas, cuando no estabas en casa yo veía Melrose Place,” y se lía parda, quita, quita.

Menos mal que esta chica nació en la época en que nació. Porque si llega a ser adolescente ahora lo mismo su padre le prohibía jugar a videojuegos, usar el Twitter ¡o ver Gran Hermano Vip, Dios Santo! Iba a ser un bicho tan raro que a saber en qué se convertía en el futuro. Que igual acababa en el PSOE ¡o en el PP!, mira lo que te digo, válgame el cielo.

Hija, Tania, tú déjate de traumas y no te hagas mala sangre. Mira: yo también era de Nancy, que a mí la Barbie me pilló ya algo mayor y además siempre me pareció muy estirada. Y también veía a los Melrose y a los Beverly. Y aquí me tienes, tan feliz, casada con un barriguitas, que también tiene su aquel, y contenta de haber asumido a tiempo que los Brandon y compañía solo existen en la tele. Será por eso -o porque a mí no me prohibieron nada de ese estilo- que llevo una vida de lo más normal. Casi vulgar, diría yo. Ya me gustaría a mí haber llegado a pijaprogre. Pero no hay que traumatizarse.

lunes, 2 de febrero de 2015

AMOR PROPIO


No, si se veía venir. Era cuestión de tiempo. Tanta moda de reflexionar, de conózcase a usted mismo, de busque su paz interior, de suba su autoestima, de quiérase… Tanto furor con los selfies. Tenía que acabar así. Así como ha acabado esa mujer americana. ¡Que se ha casado con ella misma, la tipa! Lo que oyes.

Que se ve que no encontraba a nadie que le gustara tanto como para compartir su vida y un día se vio en el espejo, se enamoró con la mirada y debió de decir “anda, pero ¿para qué voy a seguir yo buscando a mi media naranja si la tengo aquí mismo?”. Vaya, que se visualizó como naranja entera y montó una boda. Que digo yo que cómo evolucionan las cosas ¿eh? Que aún se está discutiendo lo de los matrimonios del mismo sexo y ya estamos en los matrimonios de la misma persona.

Han sido muchos los que se han apresurado a decir que lo que le pasa a esa mujer es que está loca. Bueno, no sé qué te diga. Si lo piensas bien, peor está la que se casa con un pedorro que echa barriga así se acaba la luna de miel, se viste de chándal hortera los domingos, identifica la felicidad con un partido de fútbol y unas cervezas, se rasca la entrepierna aunque no venga a cuento, solo la mira a los ojos para preguntarle si se cree que las tarjetas de crédito se recargan solas, lo único que le interesa de ese vestido sexy que ella se acaba de comprar y que le sienta como un guante es el precio y lo más romántico que le dice es “¿qué hay de cena, churri?”. Que lo de pretender que le haga la cena tiene delito, pero lo de churri es de prisión permanente sin revisión ni hostias.

En cambio, se supone que la americana esta no va a tener ningún problema para que su automujer la complazca, porque hará siempre lo que ella diga ¡menudo chollo! Ahora, que, si en algún momento no están de acuerdo ella y ella misma, las discusiones tienen que ser para verlas, qué espectáculo. Lo que le va a ser difícil es echar una canita al aire, si se da el caso de que, por lo que sea, le apetece. Porque no va a tener manera de esconderse; su propia se va a enterar sí o sí. Y a ver cómo la convence de que “esto no es lo que parece”. Sería la primera vez que la frase “a mí no me engañas, que yo te conozco muy bien” tendría un sentido irrefutable.

En fin, que supongo que lo de esta chica es la expresión máxima del amor propio. Y su álbum del viaje de novios será la máxima expresión de la cultura selfi. Imagino que se habrá llevado un palo. Al viaje, digo, para facilitar las fotos.