viernes, 22 de mayo de 2015

POR FIN SE ACABA ESTO


Por fin se acaba esto, bendita sea la jornada de reflexión. Que yo el domingo voto, lo juro por el paisano de los caballitos, palabrita del niño Jesús. Pero que me dejen ya en paz. A mí ya no me queda más vergüenza ajena y lo de a ver quién la dice más gorda hace tiempo que dejó de hacerme gracia.

Que yo reconozco que a mí las campañas y las elecciones siempre me gustaron, más que nada por deformación profesional. Pero es que después de esta, que la he seguido desde fuera, he llegado a la conclusión de que si es cierto eso de que lo que no te mata te hace más fuerte, o nos hemos muerto y con tanta tontería no nos hemos enterado o somos unos sansones de la conciencia cívica esa. Por Dios bendito, quince días y ni un minuto más. Que la democracia se apiade de nosotros si este es el nivel que nos espera.

Estoy deseando que llegue el lunes y cada mochuelo a su olivo. Nosotros seguiremos siendo los mismos currantes mal pagados, los mismos parados, los mismos sangrados por los impuestos, los mismos números en las listas de espera sanitarias… Pero, al menos, los políticos volverán a meterse en sus despachos, a sentarse en sus poltronas y dejarán de hacer el payaso. Es que, en serio, a esta gente le das un escenario, un atril y unos cuantos votos potenciales y son como el club de la comedia pero en cutre.

Que tenemos que votarles después de oír cómo se llaman unos a otros corruptos, ladrones, prostitutas, gentuza, casta, pijos, zombis, rameras... Escuchar que cobrar el paro es tener una beca para poder hacer cursos en el extranjero o que gracias a Barcelona Catalunya no es Galicia, qué buen rollito.

Votarles después de ver a políticos montando en bici con traje y corbata, jugando al baloncesto, acercándose a los niños –qué culpa tendrán los niños- visitando a ancianos, colegueando con los pobres, paseando al perro, organizando citas exprés, repartiendo condones. Ver a candidatos cantando rap, a candidatos cantando reggae, a candidatos cantando no se sabe qué, a candidatos cantando. A candidatos que no se saben su programa, a candidatos que abandonan porque les da por leer su programa y no les gusta, a candidatos que no sabían que eran candidatos. A candidatos que no pueden votarse a sí mismos porque viven e incluso trabajan -como alcaldes- en otro ayuntamiento. A candidatos que repiten las mismas promesas que hicieron hace cuatro años y no cumplieron. A candidatos cuyo objetivo, en general y fundamentalmente, no es ganar nuestra confianza, sino evitar que ganen otros.

Encontrártelos en los mercados, en los parques, en el súper, en las plazas, en los barrios y parroquias que después (y antes) olvidan. Ttomando cañas, tomando horchata, tomándonos por tontos de baba. Encontrártelos hasta en la tostada del desayuno.

Y lo que es peor: que yo no sé qué rayos voy a hacer con tanto parque, tanta acera, tanta farola, tanta pista, tanta carretera, tanta guardería, tanto centro de salud, tanto polideportivo, tanta red wi-fi, tanta ayuda y tanto puesto de trabajo como me van a conseguir.

Un monumento debieran hacernos, por ir a votar después de este circo. Menos mal que por fin se acaba esto.

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