jueves, 26 de junio de 2014

JUBILADOS, AFORADOS Y FORRADOS


Madre del amor hermoso, cómo está el patio. Oye, que te despistas un momento y esto se pone patas arriba. Empezando por la de gente que se ha dado el piro. Se jubila el Rey, se jubila Rubalcaba, se jubila Magdalena Álvarez, se jubila Willy Meyer… Que me iba a echar una siesta pero digo, no, casi que no, que lo mismo en lo que entorno los ojos se nos jubila hasta María Teresa Campos. O Gayoso, el de la Televisión gallega, no te digo más.

Desde que nos dijeron que los Reyes son los padres -los padres de Leonor y Sofía, quiero decir- esto es un no parar de sorpresas, de verdad. Mira, si no, a la Infanta Cristina, que la quieren sentar en el banquillo cual vulgar concejala o directora general, lo que hay que ver. No me extraña que su padre dijera hasta aquí hemos llegado y decidiera hacer mutis por el foro. O por el fuero, que se lo acaban de conceder. Que tiene su gracia, por cierto, ver a tantos diputados poniendo el grito en el cielo por la cosa esta de aforar a Don Juan Carlos. Que eso es mucho privilegio de Nuestro Señor, vienen a decir. ¡Y lo dicen ellos, que son aforados! Tiene bemoles el asunto. Mucho exigir igualdad de trato para la realeza, pero que la igualen con otros, no con los parlamentarios, hasta ahí podíamos llegar.

Y es que, es verdad, no todo el mundo es igual. Por ejemplo: el Rey deja su cargo y lo aforan. Y Maleni deja el suyo y la forran. Diez mil eurillos al mes de indemnización, cómo se te queda el cuerpo. Mira por dónde, una ayudita para pagar la fianza por el tema ese de si EREs o no EREs culpable.

Ahora, que yo, qué quieres que te diga, creo que esta mujer se merece eso y más. Que el servicio que nos ha hecho a los españoles es impagable, ¿que no? A ver, con lo triste y gris que es la política, las intervenciones de Maleni cuando era ministra le levantaban a uno el ánimo a carcajada limpia, no me digas. Como aquella comparecencia que hizo con el tema de la nevada que colapsó Madrid en 2009 ¿te acuerdas? Sí, sí, aquella “preciosa nevada”, como dijo la tía. Y luego soltó el trabalenguas aquel de “si la borrasca cambió de forma impredecible, no la pueden predecir, y si no la predicen quienes la tienen que predecir, ¿cómo quieren ustedes que lo vayamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción?”. Sublime. Que hubo un asistente que estuvo a punto de decir “¡la gallina!”, pensando que era una adivinanza. Y otro que estaba ensayando el de “tres tristes tigres”, para competir con ella. Mira, no me había reído tanto desde que vi por primera vez “La vida de Brian” de los Monty Python. Y eso es de agradecer, con este panorama tan sombrío que nos rodea.

Tan sombrío que, es cierto, dan ganas de jubilarse. Yo, si pudiera, lo hacía mañana mismo, que hoy se ha hecho un poco tarde. Estaría encantada, aunque no me aforaran ni me forraran.

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