Acabo
de darle un repaso a la prensa y me he quedado en tal estado que yo creo que
tengo un síndrome confusional de esos. Sí, como el que alegó el sindicalista
Fernández Villa para no tener que dar explicaciones en el Parlamento asturiano sobre
su fortuna de casi kilito y medio que había tenido escondida del fisco. Te lo
juro, de verdad. Vamos, que si no se me pasa pronto –y, tal como van las
noticias, me parece a mí que esto va para largo-, ya tengo excusa para cuando
mi marido me pida explicaciones sobre los cargos de la Visa que le manda el banco,
no hay mal que por bien no venga. Ya me estoy viendo: uy, a mí no me preguntes,
que ando confusionada del todo y no me acuerdo ni de lo que he comido hoy. Que
digo yo, por cierto, que qué manía tienen los bancos de mandarles cartitas a
los maridos para chivarles lo que hacemos las mujeres con las tarjetas, oye. ¿Acaso
le chivo yo a mi propio que cada vez que voy al cajero automático me cobráis casi
tres euros por sacar mi dinero? ¿eh? Pues un poquito de reciprocidad, por
favor.
Bueno,
pero a lo que iba. Es que, a ver, leo y me quedo como mi propia visa; vamos,
que ya no doy crédito. Resulta que ahora que el CIS y otras encuestas nos ponen
a Podemos de number one, van los de Pablo Iglesias y nos dicen que, en fin, que
no nos creamos todo lo que dicen los sondeos, que eso no es así, que ha sido
solo un calentón y que gana el PP fijo. O sea, que podemos pero no tanto, han
venido a decir. Pero lo más cachondo es que, al mismo tiempo, al resto del
personal le ha empezado a dar por arrimarse al partido ese como si fuera, qué
sé yo, lo más de lo más. A lo mejor es que, poseídos por la demoscopia, han
empezado a pensar que, oye, que igual estos pueden. O, simplemente, han
sucumbido a aquello de que si el que no puedes eres tú, -vencerlos, digo- pues
únete a ellos.
No
sé, pero los titulares que he visto son curiosos. Y no me refiero a Miguel Bosé,
que ya se sabe los artistas tienen cierta tendencia a dejarse llevar por modas
y pseudorevoluciones. Es que leo que Pedro Sánchez, el del PSOE, ahora no
descarta llegar a pactos con los de Iglesias. Y que Ana Botín, presidenta del
Banco Santander, dice que su empresa y Podemos tienen “un interés común”. Y que
Javier Marín, consejero delegado del mismo banco, asegura que están dispuestos
a reunirse con ellos. Y que a Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del Gobierno con
Aznar, le parecen interesantes.
Y,
en medio de todo eso, llega el presidente gallego, Núñez Feijóo, y los deja a
todos como piltrafillas espetando “yo soy más de Podemos que los de Podemos”,
toma ya, baja Pablo que sube Alberto. Este no se conforma con un yo no voy a ser menos, no, él tiene que ser
el más y subirse a la cresta de la ola, di que sí, que si hay que ser modernos
hay que serlo a lo grande; todo lo demás es pataca
minuta, que decía el presidente de un club de fútbol. Y eso mientras la
secretaria general de su partido, la Cospedal, decía que Podemos “es un partido
peligroso para la democracia”, que a ella eso de las modas se ve que le resbala.
Pues, nena, tienes un presidente en tus filas que a la que te descuides te sale
con que lo fundó él, tú verás lo que haces.
A mí
también me resbalan bastante las modas, la verdad. No creo que esté la cosa
para moderneces. Y espero que este síndrome confusional que nos invade no siga
contagiando sin control. Por cierto, fricandó. Sí, que hoy he comido fricandó,
me acabo de acordar. Parece que me voy recuperando. A ver si no recaigo al leer
la prensa mañana.
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