Echas
un vistazo a tu alrededor y, oye, la de cosas que crees ver como son y después
descubres que no son como te esperabas. Veamos, veamos:
1. El
vestido de marras. Que yo lo veo claramente blanco y dorado. Que lo del blanco,
haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, puedo verlo azul clarito, clarito. Pero
lo de los ribetes negros… Que no. Que yo lo veo blanco y dorado. Pues es azul y
negro, ya ves (o no).
2. El
novio del primer programa de “Casados a primera vista”. Sí, ese nuevo reality
en el que ya no se entretienen en conocerse y ligar como en “Mujeres y Hombres
y Viceversa”; ni en presentarse en pelota picada como en “Adán y Eva”. No, en
este empiezan por casarse y luego, ya si eso, pues igual formalizan la
relación. Bueno pues la suegra del primer novio esperaba un príncipe alto,
joven y guapo para su hija. Y resulta que era más bien bajito de estatura y de
belleza y con los 40 ya muy rebasados. Y encima tenía acento de ser de “más
arriba de Murcia”, en palabras de la señora. El tipo era de Bélgica que,
efectivamente, está algo más arriba que Murcia.
3. La
actriz esa catalana, Anna no sé qué, que estuvo en los Oscar y posó como una
reinona en la alfombra roja. Pues era mentira. Que resulta que esta lo es una
reinona pero de los montajes. Y ni estuvo en los Oscar ni ha hecho la mitad de
las cosas que dijo haber hecho.
4. La
supuesta cirugía estética de Uma Thurman. Que, según esos grandes expertos que
salen siempre a emburciadas así que surge una polémica, se había retocado la
nariz, los pómulos y hasta el pensamiento. Y no. Nada de bisturí. Que resultó
que todo era que la había maquillado… su peor enemigo, supongo.
5. La
tripita de Cindy Crawford. Que cuando miles de mujeres estaban disfrutando del
consuelo de ver que la supermodelo también había echado barriga y tenía estrías
como si fuera tan mortal como ellas, nos descubren que de eso nada. Que había
sido cosa del photoshop en versión contraria a la habitual. Que decepción.
6. La
lotería. Que uno piensa que nunca toca. Y ya ves, al socio de Granados le tocó
ocho veces en poco más de un año. Más de
un cuarto de kilo de euros en total, ahí es nada. Seguro que es que jugaba con
fe y no como yo, que juego sin esperanza ninguna. Claro que, a lo mejor, nos
parece que todo ese parné salió del bombo y en realidad salió, no sé, de otro
sitio. Vaya usted a saber.
7. Los
Pujol. Que todos pensábamos que nadaban en la abundancia. Y que tenían pasta
gansa aquí y en otros países que quedan bastante más arriba que Murcia. Y va la
matriarca, Doña Ferrusola, y dice que no tienen “ni cinco”. Y el hijo, Oriol,
asegura que no tiene dinero en el extranjero, que no tenía nada que
regularizar, que no ha cobrado comisiones de nada y que, en fin, él y su
familia son unos santos.
Pues
qué quieres que te diga. Los Pujol dirán lo que quieran, pero yo lo veo claro:
es blanco y dorado.
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