Hoy
es mi cumpleaños. Sí, mira tú. Nací tal día como hoy de hace bastante rato. Y
estoy encantada, oye. Que hay quien lleva mal eso de cumplir años, ya lo sé.
Pues yo no. Yo creo que lo que se debe llevar realmente mal es no cumplirlos.
Así que me encanta que sea mi cumpleaños. Que cumplo unos cuantos, sí, pero,
mira, eso que tengo. Yo no soy como mi padre, que siempre dice que tiene
treinta “y más meses que la hostia”, mira que es simpático. Pues yo digo los
que tengo, no hay por qué esconderlos. Hoy cumplo….. joé, qué número más gordo.
Y fofo. Y bastante rotundo. Bueno, casi que no lo digo, que asusta un poco, es
verdad. Pero daré una pista: puedo aprovechar para mi tarta las velas con número que le
puse en la suya a mi hija el otro día, que cumplió 15. No hay muchas vueltas
que darle. Solo una.
Yo
lo del cumpleaños feliz lo llevo a rajatabla. Lo disfruto mucho, sobre todo si
te regalan un día de sol como hoy. La gente se acuerda de ti y te felicita. Y
si no se acuerdan, se lo recuerda el Facebook, qué gran invento. La de personas
que me han felicitado por Facebook, no te haces una idea. Y lo mejor es que
prácticamente a todos los conozco; vamos, que son amigos de verdad, de los de
carne y hueso y no solo agregados virtuales. Una gozada. También he recibido
felicitaciones por correo electrónico. ¡Hasta me ha felicitado el Infojobs, qué
gracia! No me ha regalado ningún trabajo interesante, pero no se lo tengo en
cuenta; lo que vale es el detalle. Y la intención.
Hay
que reconocer que esto de la tecnología es fantástico. Que estás aún en pijama
y ya te ha felicitado medio mundo, has leído la prensa, te has enterado de lo
que va a desayunar fulano, del último chiste de mengano y de un montón de
ofertas en ropa y accesorios que te traen a casa sin moverte del ordenador. Así,
como las celebritys, qué gustazo.
Y
también te llegan ofertas de trabajo. Sí, las del Infojobs. Otro gran invento.
Que probablemente no encuentres un empleo adecuado, pero haces unas risas. En
serio. Tú pones tu perfil profesional y luego te llega cualquier cosa. A mí,
por ejemplo, un día me llegó una oferta para trabajar de stripper, lo que me llegué
a reír. ¡Stripper! Hombre, que se agradece el halago, pero, en fin, que una ya
no está para según qué trotes. De todas formas, no te creas, esa oferta tiene
sus ventajas. Por ejemplo, no te tienes que romper la cabeza pensando qué ropa
te pones para la entrevista. Y las que también tienen su chispa son las tipo “se
busca reponedor de supermercado con inglés y alemán”, ¡toma ya! ¡Inglés y
alemán para poner latas en las estanterías! Entonces, para cajera ¿qué pedirán?
¿chino y una ingeniería?
Visto
lo visto, no veo yo muchas posibilidades de prosperar laboralmente. Pero, al
menos hoy, me importa poco. Hoy es mi cumpleaños y voy a ser feliz. De momento,
voy a coger unos tomatoes, unas zwiebels, unos paprikas y un octopus de la ría
y me voy a preparar un salpicón, que es uno de mis platos favoritos. Aplicando
el Decreto Loreal. Porque yo lo valgo.
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