Éramos
pocos y abdicó el Rey. Y, mira, que a mí me parece muy bien que la gente
aproveche la coyuntura y salga a la calle para pedir que, ya que se va, que no
pongan a otro. Bueno, o que pongan a otro, pero que lo elijamos entre todos.
Vamos, que en vez de ser rey que sea un político y en lugar de deberse a los
españoles se deba a su partido, que es lo que suelen hacer los políticos. Tal
como están las cosas, con un poco de suerte, no elegiríamos a uno del PP o del
PSOE. A lo mejor, hasta podemos elegir al de Podemos. Ah, no, que ese no se
presentaría, porque si ya dice que no tiene formación ni para ser concejal,
imagínate ser Jefe de Estado.
Bueno,
pues eso, que muy bien, que seguramente sería estupendo que extendiéramos la
democracia a todo y pudiéramos decidir también sobre si queremos seguir siendo
una monarquía o nos convertimos en una república. O a lo mejor no sería
estupendo, no sé. Pero, en todo caso, es bueno que podamos salir a la calle a
expresar nuestra opinión.
Pero,
vaya, que no es eso lo que me trae aquí. Que a mí lo que me llama la atención
es que en una sociedad tan madura como la nuestra sigamos tan enganchados a los
símbolos, a las acciones simbólicas, quiero decir. Ayer, por ejemplo, el líder
de un partido político, diputado y concejal de una ciudad, colgó una bandera
republicana en el balcón del Ayuntamiento. Que está prohibido, guauuuu. Pues
qué bien, oye. Y ¿para qué se supone que hizo eso? ¿Para que todos digamos qué
huevos, tío, eres un machote?
A
ver, que a mí no me hace ningún daño que cuelgue ahí la bandera republicana; no
creo que me perjudique en nada personalmente. Como si cuelga la del Atleti, que
está tan de moda. Pero lo que yo me pregunto es ¿para qué sirve colgarla? O,
mejor, ¿para qué sirve que un representante de los ciudadanos haga semejante “proeza”?
¿No se supone que a ese señor le pagamos para que haga otras cosas más…, no sé,
más prácticas?
Ya,
ya sé que no es más que eso, un símbolo. Vale. Pero a mí me parece una pérdida
de tiempo y de dinero que ese señor se dedique a hacer esas cosas. Y una
payasada, la verdad. Y si la cosa va de símbolos, resulta que colgar ese en un
ayuntamiento es ilegal. De manera que a ese señor le pagamos entre todos un
sueldo nada despreciable para que se permita el lujo de incumplir la ley. Fue un acto solo ilegal porque
la bandera que colgó era republicana; si hubiera sido la del aguilucho, sería,
además, un acto fascista; y para él y los suyos, inadmisible. Y hubieran
montado un pollo de no te menees. Pero como era la tricolor, pues nada, el tipo
es un machote, y no uno de tantos políticos que cometen ilegalidades.
Pues
mira, machote, lo que es yo, si en vez de tener el valor de entrar en un
ayuntamiento al que puedes entrar tranquilamente, acceder a un balcón al que
puedes acceder tranquilamente y colgar una bandera que puedes colgar
tranquilamente, tuvieras los huevos de estudiarte la legislación y las posibles
vías para que eso que mucha gente pidió ayer se pudiera conseguir y, como
representante público que eres, hicieras las gestiones oportunas para
intentarlo de una forma legal, pues lo mismo hasta te aplaudía. Igual la foto no la tenías tan fácil. Pero dolería
menos el pastizal que te pagamos entre todos.
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