Dice
Mónica Naranjo que viendo los informativos en la tele dan ganas de suicidarse.
Pues yo digo que leyendo la prensa no te dan ganas ni de morirte, vaya. Qué
tristeza, tú. Es que leo en un periódico, en uno serio ¿eh?, que está entre los
primeros de España y bien que presume de ello. Pues leo hoy en su edición
digital una información que titula “El tren A Coruña-Vigo sufre un retraso de
más de una hora por un accidente en Arousa”. Bueno, pues bien ¿no? No es que la
cosa sea muy, muy noticia, porque los retrasos en los trenes son bastante
habituales, pero para un breve en dos de sus ediciones locales –que es donde
aparece- puede valer. La reseña sigue con un subtítulo en el que se informa de
que el tráfico quedó cortado durante dos horas y que resultaron afectados los
pasajeros de otros dos viajes. Y el cuerpo de la información, en la que ya no
se habla de accidente sino solo de “incidente”, ofrece datos como que la cosa
fue a las 8.22 horas, que el convoy estuvo detenido en una estación unos 77
minutos, que la interrupción afectó a tres trenes, que los pasajeros de uno de ellos
tuvieron que ser transportados por carretera o que otro sufrió también un
retraso.
Hasta
ahí todo bastante normal, quitando que ya tiene mérito que Renfe logre que un
tren afectado por un paro de dos horas en el tráfico solo llegue algo más de
una hora tarde, para que luego digamos. Pero lo triste viene cuando, por fin –porque
uno se lo está preguntando desde la primera línea- el periódico en cuestión
tiene a bien explicarte el motivo del corte de tráfico ferroviario. O sea, cuál
fue el accidente –rebajado a incidente unas líneas más abajo- que causó el
parón. Pues bien, te lo explica al final de todo: “El paro del tren se produjo
tras morir una mujer arrollada que había dejado el coche en las inmediaciones”.
????!!!!!!!????? Pero… ¡por Dios bendito! ¡Que un tren ha atropellado a una
señora y ni muriéndose la pobre merece un titular! Tristísimo.
O
sea, que la noticia es que un tren sufre un retraso de más de una hora, ya ves
tú, notición. Y que hubo un paro de dos horas en esa línea. Y que los pasajeros
de otro tren tuvieron que llegar a su destino por carretera. Pero que una mujer
muriera atropellada por el tren de marras, eso ¡bah!, nada, un detalle sin
importancia, puro relleno.
A mí
eso me parece un sinsentido periodístico. Salvo que la señora fuera como
aquella que apareció el año pasado en otro periódico serio por haber muerto dos
veces consecutivas. Sí, sí, así lo decía aquel titular, “Fallece por segundo
día consecutivo una mujer de 103 años”. Es que, claro, a esas edades, ya se
sabe, no se gana para sustos y se muere uno un día sí y otro también. Y, claro,
la segunda vez pues ya no es noticia. O a lo mejor el periódico este de hoy no
estaba del todo seguro de que la mujer del tren hubiera fallecido porque no se
le había hecho una autopsia como aquella de la que hablaba otro diario que
tituló en su día “La autopsia confirma al 100% la muerte de…”. Que más vale ser
prudentes, oye, no vaya a pasar como con aquel diputado de Turismo que, según
otro rotativo, volvió al trabajo tras morir casi ahogado. Que menos mal que no
se ahogó del todo, porque ya era lo que le faltaba al pobre, después de morirse
y encima tener que volver a trabajar.
Pero,
vamos, que no, que todo parece indicar que esta pobre señora arrollada por el
tren estaba muerta, o “gravemente muerta” como decía de otra persona otro
diario hace tiempo. Y que la cosa no se quedó en “graves daños cerebrales en el
hígado, intestinos, vejiga y pérdida de visión”, como se podía leer en otra
noticia antigua. Lo que yo te digo, que hay gente que no tiene la cabeza en su
sitio.
Vaya
todo este comentario sin acritud, que los periodistas somos “personas humanas”
y tenemos nuestros días. Pero vaya, sobre todo, como homenaje a esa pobre mujer
que ha muerto hoy dos veces: en una vía y en un periódico que no le ha prestado
la menor importancia y la ha rebajado a mero incidente. Descanse en paz.
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