El
15M ha cumplido cuatro años. Y Pablo
Iglesias reivindica que Podemos es el heredero
y la mejor expresión de aquel movimiento que gritó contra el sistema
establecido, contra los partidos existentes, contra la corrupción, contra los
privilegios de los políticos, contra la prepotencia de los políticos, contra la
superpotencia de los medios de comunicación, contra la incoherencia, contra la
acumulación de riqueza por unos pocos, contra el desempleo y el empleo precario,
contra el maltrato a la clase obrera, contra la falsa democracia… ¡Contra!, que
gritó contra casi todo lo que había, vaya. Cientos de miles de personas
clamaron para que todo cambiara.
Pues
sí. Hace bien Pablo Iglesias en apropiarse de la revolución que supuso el 15M
ahora que estamos de aniversario. Bueno, y de campaña, es verdad. Pero sí, hace
bien. Podemos supone, efectivamente, el triunfo de aquel grito y de aquellas
aspiraciones. Supone el cambio real que se pedía. Pablo Iglesias le ha dado la
vuelta a todo.
Yo
veo, al menos, 15 razones por las que Podemos puede apropiarse del 15M:
- Es
un partido político, con las estructuras de un partido político, con todo el
aspecto formal de un partido político… O sea, como un PSOE o un PP cualquiera,
pero nuevo y rompedor.
- Cuyos
miembros ya han conseguido cobrar buenos sueldos y disfrutar de privilegios del
sistema como eurodiputados y diputados en el Parlamento andaluz.
- Con
un líder que presume de que su ego “está volando a la altura de Carrero Blanco”.
- Un
líder orgulloso de sus actos, como el de dar un puñetazo a “gentuza de clase mucho
más baja que la nuestra”.
- Un
líder que critica la existencia de medios privados, produce programas para
medios privados y está todo el día en la tele y en la nómina de varias cadenas
privadas.
- Con
dirigentes que no habían cumplido con Hacienda.
- Con
investigaciones sobre financiaciones de origen dudoso.
- Que
defiende a gobiernos totalitarios.
- Que
se muestra comprensivo con el terrorismo y la violencia.
- Con
cabecillas expedientados por cobrar un buen sueldo y no ir a trabajar.
- Con
miembros cuyas cuentas corrientes se acercan al millón de euros y son
propietarios de varios bienes inmuebles.
- Con
un líder que antes se compraba la ropa en Alcampo, pero ahora, para amoldar su
imagen a su nuevo status de revolucionario famoso, compra en sitios más caros
para mejorar su estética. Entre otros, en una nueva firma que, surgida al calor
de aquella marea de indignación progresista, vende ropa reivindicativa a 40
euracos el polo, por ejemplo.
- Con
empresas que obtenían grandes beneficios camufladas como organizaciones sin
ánimo de lucro para no pagar apenas impuestos.
- Empresas
acusadas de pagar mal y en negro a sus trabajadores, todos ellos eventuales.
- Con
sus guerras internas, sus acusaciones de pucherazo en la elección de órganos, sus
críticas a la dirección, sus disidentes, sus impugnaciones y anulaciones en
primarias y sus conflictos con dimisiones sonadas.
O
sea, una auténtica revolución, sí señor. Sin Podemos, el 15M no sería más que
una fecha en el calendario. Pero ese partido ha logrado que todo sea diferente
dándole forma a aquel histórico movimiento.
Y
decía el del chiste aquel de Eugenio “gracias, pero ¿que hay alguien más?”
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