Pues,
mira, ya ha pasado la jornada de reflexión. Sí, porque de todos es sabido que
la jornada de reflexión es la que va después de las elecciones. La víspera del
día de los comicios se llama así pero es porque… bueno, no sé por qué es.
Porque en realidad, el día antes de votar es una jornada de todo menos de
reflexión. Es una fecha multidisciplinar: es el día del padre y de la madre,
con los candidatos paseando con sus hijos; el día del deporte, con los
candidatos corriendo en chándal; el día de los animales, con los candidatos
jugando con sus perros; el día del libro, con los candidatos leyendo… Un día
completo, vaya.
Pero
la verdadera jornada de reflexión fue ayer. Viene siendo como el Día de la
Salud que sigue al de la lotería de Navidad, pero con menos pedreas. Ayer todos
los líderes de los (ya menos) grandes partidos políticos en España, en las
comunidades autónomas y en los municipios salieron diciendo que tenían que
reflexionar. Pues va a ser que sí. Ahora que, visto lo visto, ya te digo yo que
esa jornada de reflexión va a durar muchos días.
Fue
un día en el que, una vez dicho lo de la reflexión, los líderes se pusieron en
plan Fernando Alonso: la culpa ha sido del coche. Qué máquinas. Que ellos han
hecho un gran trabajo, dicen, pero que no han llegado a la meta. Ya. A otros
por menos los largan, mira a Ancelotti si no.
Y
luego están los que, dicho lo de la reflexión y lo del coche, sacan pecho y
dicen que, aún así, ellos han ganado. Pues sí. Pero, vaya, como dijo Pirro,
otra victoria como esta y acaban vencidos del todo.
Y
los que dicen que peor les ha ido a otros, el que no se consuela es porque no
quiere, antes muerto que humilde.
Y
fue, también, día de reflexión para las empresas de la demoscopia. Para repasar
las encuestas, vaya. Que tú ves alguna y parece que la haya hecho un adivino de
esos que te echa las cartas de madrugada en la tele. Como en plan me sale aquí
el arcano del Mundo vuelto del revés, que viene significando que hay
obstáculos, que hay alguien por medio que está bloqueando que esto avance como
tendría que avanzar, pero sin sacar el arcano de la fuerza para adivinar el
poderío de ese alguien. Vamos, que se quedaron en un te veo mal, Mariano, en un
cuidado con el lobo, Pedrito, pero sin acertar a medir la subida de la marea.
Una
de dos, o los españoles mentimos más en las encuestas que cuando hablamos de
sexo, o los demoscópicos no supieron interpretar las respuestas de los sondeos
y vislumbrar la fuerza de los “nuevos”. Que es que algunas les otorgaban un
papel secundario en sitios en los que van a acabar gobernando. O ni siquiera los
mencionaban en otros donde se han colocado como tercera fuerza. Y, en general,
hay diferencias de hasta tres y cuatro escaños ne pueblos en los que se jugaban
poco más de veinte. Vamos que clavar, lo que se dice clavar los resultados,
pues más bien no.
Bueno,
pues nada, ahora solo nos queda esperar a ver qué hacen esas mareas y tal allí donde
tengan responsabilidades de gobierno. Igual esos partidos nuevos se vuelven
tradicionales, es lo que tiene gobernar, que casi todo está inventado. Y lo
mismo los tradicionales se renuevan. Y a lo mejor hasta las encuestas acaban
acertando. Quién sabe.
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