Hala,
51 individuos más para el suma y sigue de la corrupción. Esto es un no parar,
oye. Un no parar de presuntos, porque con tanta trama los juzgados no dan más
de sí y la justicia va tan lenta que uno puede quedarse de presunto hasta la
jubilación. Dice un periódico que la corrupción política indigna a toda España.
Hombre, pues sí, pero esto no es de ahora, supongo. La indignación no habrá
venido por los púnicos esos, que parece que lo de meter la mano en el cajón se
lo han inventado los de ahora. Lo que es yo, llevo indignada desde aquello de
los fondos reservados del Gobierno de Felipe González, mira si ha llovido. Y el
culmen de mi indignación llegó con lo del terrorismo de Estado del GAL, que lo
de robar desde las administraciones es que me solivianta grandemente, cómo no,
pero lo de matar desde las instituciones me espanta, no puedo evitarlo.
Y si
cada redada de estas nos indigna más, con las reacciones de los partidos ya te
dan ganas de morder a alguien, vamos. Los del PP piden prudencia y aseguran que
están avergonzados y escandalizados. Pues, vale, muy bien, nos dejan mucho más
tranquilos. Y los del PSOE que, como ahora han detenido a 51 personas por otra
trama y la mayoría son del PP, pues ya no quieren pactar con ese partido medidas
contra la corrupción, chincha rabiña. Pero, vamos a ver, ¿no era precisamente
porque salen casos un día sí y otro también por lo que habíais decidido que
algo había que hacer? A ver si ahora va a resultar que vosotros sois la Virgen
María sin pecado concebida, vamos. Que con los púnicos no sé cómo está el
podio, pero hasta hace poco dominabais la pole
position de imputados en esta carrera vergonzosa.
De
todas formas, yo creo que da igual, porque las medidas que los partidos
anuncian sobre el tema en cada pico de indignación no me tienen pinta de ser
muy útiles. A saber, por ejemplo: chorizo que pillen, chorizo que echan de sus
filas. Hombre, pues sí que es un gran avance en cuestión de buenas prácticas.
Y, además, luego resulta que todo depende. Otra: limitar la financiación de los
partidos. Pero si ya está limitada por ley, señor mío. El problema es que aquí
de lo que estamos hablando es de gente que se salta la ley, a ver si nos damos
cuenta. Y la propuesta más de moda: aumentar la transparencia. La transparencia
es the last grito, que decía un amigo mío. Ahora lo más in es publicar en las webs de partidos e instituciones los
contratos que hacen, lo que cobran los cargos, los asesores que tienen y sus
sueldos. Ya, pero a mí lo que me preocupa es lo que no publican. Porque, claro,
¿quién me dice a mí que ahí está todo y que todo lo que está es cierto? En alguna
página ya he notado yo que faltan, por ejemplo, unos cuantos asesores de esos
de confianza. No salen, pero existen. Por otra parte, si alguien en algún
partido o, incluso, en alguna institución de esas, cobra un sobresueldo de esos
tan manidos últimamente, o sea, lo que se conoce vulgarmente como sobre, ¿me
van a hacer creer que lo van a poner en su web? Ya lo estoy viendo: Apartado A:
retribuciones; Apartado A1: legales; Apartado A2: ilegales. Amos, no me jodas.
Teniendo
en cuenta que el problema de fondo es que el ser humano es, por naturaleza,
egoísta y ambicioso, sería más efectivo, en mi modesta opinión, que los
partidos funcionaran como empresas. Cuando tú te presentas a una oferta de
trabajo, normalmente tienes que pasar una entrevista personal en la que te
preguntan hasta por el novio que tuviste en parvulitos. Y te hacen
preguntas-trampa. Y te someten a pruebas de psicología moderna que, mientras tú
piensas qué chorrada es esta, ya te han radiografiado hasta las intenciones. Y
te observan tan meticulosamente que sales convencido de que te han visto la
ropa interior. Y si no superas esa entrevista, ya puedes ser el mejor ingeniero
del mundo que no entras. Porque en esos minutos han podido deducir, entre otras
cosas, que eres demasiado ambicioso o vago o trepa o amigo de lo ajeno.
En
la política, no. En la política, cuando hay que meter a gente en listas
electorales, basta con que alguien de confianza del jefazo diga “hay que fichar
a este, que arrastra en la zona” o, peor, “que le debemos un favor a su padre”,
ya empezamos. Y, claro, así, luego puede salir cualquier cosa. Y si lo que sale
es un chorizo y lo pones a manejar pasta, pues es fácil que tengas un
presunto de esos.
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