En
un país que contempla cómo políticos, expresidentes, exministros, sindicalistas
y otras gentes de mal vivir roban a manos llenas, en el que un joven farsante
acapara toda la atención y en el que hasta la Pantoja suplica para no ir a la
cárcel, lo del éxito de un programa en el que los participantes aparecen en
pelota picada era cuestión de tiempo. De alguna forma hay que evadirse, y cuál
mejor que contemplando un retrato de nosotros mismos al natural.
Casi
tres millones de personas vieron la otra noche el nuevo reality en el que
chicos y chicas ligan desnudos. No vi “Adán y Eva”. No, no es que vaya de
exquisita; es que los realitys me parecen aburridos, nada más. Pero, después de
haber leído lo que se ha publicado sobre el estreno, “Mujeres y hombres y viceversa”
me empieza a parecer un programa cultural, lo que son las cosas. Y lo del edredoning de “Gran Hermano”, una
mojigatería.
A mí
no me escandaliza ver a una tipa con el níspero al aire ni a un tipo enseñando
Cuenca con todas las casas colgantes. Como mucho, me podría pasar como a
aquella señora mayor que, cuando se publicó la foto de Butragueño con su
miembro al descubierto, sintió que su marido la había tenido engañada toda la
vida. A mí lo que me espantan son algunos desnudos interiores. Que la
naturalidad está muy bien, pero hasta cierto punto.
Porque
hay que tener muy poquito pudor para llamarle alambrada a la Alhambra y encima
ponerla en Córdoba delante de tres millones de espectadores. Claro que,
viniendo de alguien para quien la Biblia se publicó por fascículos, que se
considera anárquica porque no le gusta el arte y que no distingue entre ríos y
frutas, pues la sorpresa ya no es tan grande. Yo no me considero muy culta, la
verdad, pero también soy de Barcelona y sé que el Manzanares es un río de
Madrid. Igual es que la participante de ese Paraíso de cartón piedra catódico
se dejó llevar por la ambientación y ya solo tenía en su cabeza la manzana del
pecado. Pecado, el tuyo, reina. Y muy poco original, por cierto. Vamos que, a
alguien a quien no le da ninguna vergüenza enseñar así sus atributos, lo de
menos es que se le vean las tetas.
Por
lo que leo, la más natural fue una aspirante que dejó claro desde el principio
que ella lo que quería era un tío con pasta. Que tenga un BMW o un Mercedes y
que pague siempre las cenas. Le faltó incluir una tarjeta opaca en las
exigencias, con la de candidatos que tendría. A esa chica, tras su paso por ese
paraíso de la cultura, lo mismo le dan un Ministerio cualquier día. Y a lo
mejor no consigue el BMW, pero se encuentra de pronto con un Jaguar en su garaje.
La
verdad, contemplando el éxito de ese programa, me da por pensar que igual no
sólo tenemos la televisión que nos merecemos, sino también la realidad que
construimos. A poquito que se nos desnude, sale lo más profundo de nosotros
mismos. Y después nos quejaremos de que unos listos con poder nos dejen en
pelota picada.
Hola soy el Mister, me gusta tu blog, se lo voy a recomendar a mi mujer, ella tambien tiene el suyo y te invito a que lo visites, un saludo.
ResponderEliminarhttp://historiasdemissairgam.blogspot.com.es/
Muchas gracias! He entrado en el blog de tu mujer y me parece muy entretenido. El día a día da para muchas historias, sin duda. Un saludo
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