Son,
estos, días de bajón para mucha gente. Sí, se acaban las vacaciones. Agosto se
despide y el veraneo también. A todos los afectados: no estéis tristes. La
vuelta a la rutina tiene cosas muy positivas. Ya, ya sé que pensar en el reencuentro
con los compañeros de trabajo o de estudios, en el momento de darles la tabarra
a los amigos con las fotos del verano o en la moda otoño-invierno no es
suficiente consuelo. Ni siquiera la vuelta de la Liga de fútbol anima lo
bastante, ya lo sé. Pero por eso precisamente hay expertos en esto del
síndrome post-vacacional que han dado con la solución perfecta. Con la fórmula
mágica para aliviar la vuelta a la rutina. ¡Qué digo aliviar! Mucho más que
eso, es algo que hace que todos deseemos ansiosos la llegada de estas fechas:
los coleccionables. Siiii, ¡qué inventazo!
Vamos
a ver, ¿qué importancia tiene dejar la playa y el relax cuando podemos tener un
precioso barco del Siglo XVII construido por nosotros mismos pieza a pieza?
¿eh? Nada menos que el Sovereign of the Seas, toma ya. ¡Y solo en 135 entregas!
Bueno, bueno, bueno. Que el barquito te sale por más de 1.100 euracos y luego
seguro que no sabes dónde ponerlo, pero ¿y la emoción de acudir al quiosco cada
semana o cada quince días a buscar la nueva piececita? Eso no tiene precio.
Ahora,
que si lo tuyo es más el aire que el mar, siempre puedes coleccionar unos
preciosos helicópteros de combate a escala. 60 nada menos. Que yo siempre he
pensado, la verdad, que una casa no está bien puesta del todo hasta que no
tiene en su vitrina o en sus estanterías 6 decenas de helicopteritos de guerra.
Vamos, es de manual básico de interiorismo. Y, ya, si complementas la decoración
minimalista con la colección de los cascos en miniatura de Star Wars -60
también- lo petas. Entre los helicópteros y los cascos la cosa se te va a los
1.600 euros, pero tu casa queda de revista, no me digas.
Pero
hay más ofertas. Por ejemplo, ¿qué más da que tengas que volver a la oficina y
aguantar al ogro de tu jefe si puedes dedicar tu tiempo libre, entre el
trabajo, las reuniones de principio de curso de los niños, la compra de los
libros y el llenado de la nevera a confeccionarte con tus manitas una preciosa manta
patchwork? La ilusión de tu vida, no lo niegues. ¿Qué son 104 fascículos y 600
euros largos para tricotar esa maravilla que jubilará, por fin, a la horrible
colcha que te regaló tu suegra? Nada, un entretenimiento genial. Y para tener a
los niños ocupados los fines de semana, mientras tú le das al punto, puedes
enseñarles a elaborar postres mágicos de Disney con preciosos moldes,
cortapastas, plantillas y utensilios coloridos para modelar. La cosa te da para
60 fines de semana; o sea, que llega el siguiente verano y tú aún estás liada
con las galletitas. Porque tus hijos te han abandonado en la tercera entrega
fijo.
Yo
creo que, dentro de este prodigio de terapia para volver a la cruda realidad,
me voy a decantar por el Ford Mustang Shelby GT 500. Un modelo de 1967 que
siempre he querido tener aunque no me hubiera dado cuenta hasta ver el anuncio
en la tele. Qué preciosidad de maqueta, con su matrícula de California y todo. En
cien entregas y algo más de mil euros lo tengo hecho. Eso si entiendo las
instrucciones y la pieza A encaja en la C-1 antes de que mi paciencia –que es
de tamaño mini- se haya ido a tomar viento, claro. Además, con la entrega 14 me
regalan la vitrina para exponerlo, una bicoca. Lo que no tengo claro es dónde
pondré la vitrina con el coche dentro. Tal vez quede bien entre los
helicópteros de combate y los cascos de Star Wars. No, mejor al lado del Sovereign
of the Seas, por aquello del contraste de vehículos. Bueno, no sé; de momento,
cuando lo acabe, y mientras decido su ubicación definitiva, lo taparé con la
manta patchwork para que no se llene de polvo.
Desde
luego, el que se deprima porque se acaban las vacaciones es que tiene muy poco
espíritu de nuestro señor. Porque ese horizonte de ocio y diversión que ofrecen
los coleccionables anima a cualquiera ¿que no? ¡Pon una colección en tu otoño,
hombre de Dios! Igual que aquel anuncio de cuando yo era niña que decía algo
así como “se va el verano… ¡vuelven las quinielas!” ahora podemos decir “¡que
le den al verano! ¡vuelven los coleccionables!” ¡Yuhuuuuu!