Emburciadas

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jueves, 27 de agosto de 2015

HASTA LOS HIGADILLOS


Bueno, pues, finalizadas mis vacaciones,  cerrada convenientemente la puerta de mi casa para que no entren más parientes a llenarla  y repasada la prensa veraniega, me asomo por aquí para decir algo que es que si no lo suelto reviento. Y paso de lo políticamente correcto y de lo que se lleva y de lo que no y de que me acusen de pertenecer a no sé qué caverna y de que me llamen lo que les dé la gana. Que me da igual.

Así que lo digo: estoy hasta los higadillos de los progres de postal, del postureo pijo-seudoizquierdista, de los embaucadores de mercadillo y de los charlatanes de la “nueva” política que en cuanto pisan moqueta se quitan el disfraz de pueblo y sacan al burgués trasnochado que llevan dentro. Qué hartazgo, de verdad.

El nuevo alcalde de Santiago, por ejemplo. Sí, Martiño Noriega, el de Compostela Aberta, sucursal de Podemos. El mismo que mientras era alcalde de un pueblo de al lado por un partido se presentaba a la alcaldía de la capital por otro. Este progre representante del populacho, este héroe del buenismo, este obseso de las políticas sociales les ha retirado las subvenciones del Ayuntamiento a dos asociaciones que se dedican a ayudar a madres con hijos pequeños y a embarazadas que no tienen recursos para comprar lo más básico para sus niños. Y les retira las ayudas “por cuestiones ideológicas”, tócate los pies. Y lo dice así, sin sonrojarse. Pero ¿a qué recuerda eso de castigar a alguien por cuestiones de ideología? ¿Lo de la represión ideológica no había acabado hace cuarenta años? ¿No eran estos los salvadores de la libertad?

Que han traspasado una línea roja que se no se puede cruzar, dice el Gobierno de Noriega como quien dice algo sensato. Y todo porque esas asociaciones apoyan a mujeres que no quieren abortar, qué pecado. Pero, vamos a ver, ¿la cosa no era defender la libertad de decisión de cada mujer? ¿Para eso hemos luchado tanto? ¿Qué pasa? ¿que los que defendemos la libertad para abortar tenemos que perseguir a las que deciden no hacerlo? Pues, al parecer, así lo entiende este progrealcalde, para quien las actividades de estas dos asociaciones “chocan contra nuestras líneas programáticas”. O sea, ayudar a madres o embarazadas víctimas de violencia de género o sin trabajo o sin recursos para atender a sus hijos son actividades que chocan con las líneas programáticas de ese partido apoyado por Podemos. Tomamos nota.

Vamos, que para justificar lo injustificable, el alcalde y sus secuaces han pintado a estas dos asociaciones casi como grupos de delincuentes, cómplices de mujeres que, al tomar la decisión de tener hijos, ejercen una libertad contraria a las buenas costumbres, como dijo Pilar Primo de Rivera, mira tú.  Y las han acusado de ser no sé cuántas cosas estos retrógrados de los huevos. Vaya, que no las han llamado cerdas yo creo que por miedo a que acudan a pedir amparo a la flamante concejalía de Bienestar Animal creada por ellos mismos, que ya se sabe que primero están los gatos que las madres.

Y, claro, después de esto, otras cosas de los nuevos gobernantes pijoprogres ya te parecen chistecillos. Como lo de que la Carmena haya veraneado en una urbanización de lujo y en una casa de a cuatro mil euros la semana. ¿Qué esperabais? ¿Que pasara las vacaciones en una tienda de campaña con el perro y la flauta? O que cogiera el coche oficial a los cuatro días de asegurar que ella iría siempre en metro. ¿Qué esperabais? ¿Que se embutiera todos los días en un vagón aspirando el calor humano de curritos, parados, estudiantes y pobres cantando lo de es muy triste tener de pedir pero es más triste tener de robar? Por Dios santo, en metro. O que la Colau llore de impotencia y rabia porque se ha dado cuenta de que no puede solucionar como alcaldesa todos los problemas que prometió solucionar cuando aspiraba a serlo. ¿Qué esperabas? ¿Que todo iba a ser tan fácil como montar una tienda de campaña con el perro y la flauta? Pobrecita, ella que acusaba a otros de no solucionarlos porque no les daba la gana se ha hecho mayor de golpe.

Hasta los higadillos, en serio.