Mi
hija pequeña está pasando el mes en el norte del estado de Nueva York, en uno
de esos cursos de inglés. Toda una experiencia para mejorar el idioma y vivir
el estilo americano con una familia de allí. Una experiencia que su maleta se está
perdiendo. Sí. La niña viajó al aeropuerto JFK de Nueva York el pasado jueves.
Pero su maleta no llegó con ella. Al parecer, ese día no salió ni de A Coruña.
La chica de facturación nos aseguró que iba directamente a Nueva York, pero
para mí que la pobre maleta no se apeó siquiera de la cinta transportadora del
aeropuerto gallego.
Llevo
desde el viernes conectándome a la web de Iberia para intentar seguir el
recorrido la maleta perdida. Tienen un sistema online maravilloso para hacer el
seguimiento del equipaje extraviado. Un inventazo, oye. Tú solo tienes que poner
la referencia de la reclamación y el apellido. Y el sistema solo te dice que
está pendiente. Pues qué estupendo ¿no? Y así cuatro días. De manera que
también les he llamado. Varias veces diarias.
Lo último
que han conseguido decirme es que la maleta ha volado a Los Ángeles. Genial ¡A
la otra punta del país! Que le dije yo al chico “¿Y se puede saber qué rayos
hace la maleta en Los Ángeles, mi hija en Nueva York, yo en Santiago y la
compañía Iberia en Babia?” Que probablemente no habría vuelo disponible al JFK para el equipaje y por eso lo mandaron a
Los Ángeles para, desde allí, enviarlo en otro vuelo a su destino, me dijo. Pues
menos mal que el primer vuelo disponible para la maleta no era, qué sé yo, a
Sydney, pongo por caso.
El chico,
muy amable -tengo que decir que todo el personal que me ha atendido
telefónicamente desde Iberia lo ha hecho con una amabilidad y una comprensión
exquisitas- me cuenta que la gestión de los equipajes extraviados no la lleva
Iberia, sino que esa compañía se la encomienda a los aeropuertos y que si éstos
no dan información, ellos no pueden hacer nada. Que es como decir que Iberia se
encomienda a la Virgen de Regla. Y a mí me ha debido de tocar la excepción.
También
me piden comprensión porque “entienda usted que con nosotros vuelan miles de
pasajeros todos los días”. ¡Coño, como que es una compañía aérea! Si volaran
solo unas decenas ya habrían cerrado, digo yo. Y, además, no estamos hablando
precisamente de “Aviones Paquito”, sino de la principal empresa aérea del país.
Vaya, que a mí eso no me parece excusa, la verdad, para que consideren normal perder
cientos de maletas, que se ve que es lo habitual aunque a mí no me sirva de
consuelo.
Y
mucho menos a mi hija. Que sí, que ya nos han dicho que la niña puede comprarse
ropa y tal y luego Iberia nos la paga. Solo faltaba. Pero es que eso solo es un
parche. ¿Tienen idea los directivos de Iberia de lo que es una adolescente sin
su ropa querida? ¿Sin su plancha de pelo profesional, esa que los Reyes Magos
aún están pagando? ¡Por Dios bendito, hombre!
Frivolidades
aparte –reír por no llorar-, me parece alucinante que tú pagues el viaje de una
maleta, que se la dejen en tierra y que no sean capaces de decirte dónde está,
cuándo ha salido de su origen y cuándo llegará a su destino. Que una empresa
como esa, con tanta informatización y tanta modernidad, no pueda hacer el seguimiento
de tu equipaje. La responsabilidad es de la compañía aérea, que es la que ha
cobrado. Vamos, digo yo ¿no?
Voy
a volver a llamar. Será el tercer intento de hoy. En los dos anteriores no me
han podido atender porque el sistema ese
no funcionaba, me han dicho. Qué gracia, como si hubiera funcionado alguna vez.