Vale
que cuando se acercan unas elecciones el marketing político sea el que manda. Y
que los partidos busquen las formas más originales de captar nuestra atención.
Pero ¿en serio van a pasear a Feijóo por toda Galicia montado en un banco del
chino Yun? ¿A todo un presidente de gobierno?
Nunca
me ha convencido esa táctica de sacar a los candidatos a la calle y mezclarlos
con la gente como si fueran uno más solo cuando toca pedir el voto. Pero, ya de
hacerlo, lo suyo es darle al menos una cierta apariencia de naturalidad a la
cosa. Y, la verdad, montar un banco pintado de azul con su urnita para
sugerencias en una plaza o un parque, sentar en él al presidente de la Xunta y
convocar a los fieles para que lo arropen y a la prensa para que lo retrate
resulta más artificial que el dinero del Monopoly. Por no hablar de lo de por
sí poco natural que se le ve a Feijóo, con su americana impecable, apretujao en el escaño de marras con una
tropa de paisanos haciéndose hueco.
Por otra
parte, si lo que se busca con esa ocurrencia o lo que sea es mostrar a un
presidente-candidato cercano a los ciudadanos, lo han bordado; porque llevarse
puesto su propio asiento es como muy distante ¿no? Es como decir “yo me junto
con el pueblo pero en mi propio trono”. ¿Qué pasa? ¿Que nos da cosilla
sentarnos en los bancos públicos que usa todo el mundo?
Parece
que a los asesores de Feijóo les ha entrado en esta precampaña una inquietud
innovadora y de modernización que me río yo de la moda de sacar a los políticos
hasta en el programa de la Campos. Incluso han descubierto que eso de Internet
y de las redes sociales tiene su importancia. Ellos, que en plena era del 4.0
no pasaban del comunicado y la rueda de prensa indiscriminada. Me los imagino
en la reunión de tormenta de ideas: “pues si Iglesias tiene una tele, nosotros
le ponemos al jefe una web, un twitter y un facebook”. Hasta que otro dijo lo
de “y un banco” y lo petó. Hay que ser muy rompedor para promocionar a un
candidato del PP sentándolo en un banquillo con la que está cayendo. O muy
cachondo.
Eso
sí, lo de la interactividad de las redes se ve que aún no lo han pillado del
todo, que el facebook de su jefe es un mero escaparate de mensajes, sin que
nadie conteste a los comentarios que dejan quienes pasan por allí. Les sigue
preocupando más un titular en la prensa que cada vez lee menos gente que las
críticas que aparecen en una comunidad virtual que crece a toda leche y en la
que miles de personas pueden decir cualquier cosa y ejercer influencia en
cadena.
Esto
de la “nueva política” está haciendo más daño del que pensamos. Mucha
parafernalia y poca chicha. Y mientras los “nuevos” caen ya en viejas prácticas
con olor a casta rancia, los clásicos se lanzan a descubrir modernas
estrategias de comunicación aun a riesgo de perder perspectiva y seriedad y de
convertir esto en un circo.
Pues
vayan cogiendo sitio, que el banco de Feijóo no es muy grande.