A mí
esto del postureo y los teatrillos en la política me está produciendo un
hartazgo que roza el repelús, en serio. Me resulta tan cansino como el
victimismo independentista catalán, qué pereza, más que planchar. Y las dos
cosas juntas ya ni te cuento. Que fue justo lo del pasado viernes con la
declaración de la presidenta del parlamento catalán, Carme Forcadell, ante el
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Teatrillo
de los miembros del Gobierno de la Generalitat, alcaldes, diputados y
ciudadanos de a pie arropando y endiosando a la presidenta imputada, en una
manifestación que, en definitiva, venía a ser un “Forcadell, sé fuerte” pero
con más bombo y platillo. Y hasta con eslóganes prestados del dictador Stalin –“ni
un paso atrás”-. Caminando detrás de la palabra Democracia en grandes letras,
apoyaban a una señora juzgada por haberse –presuntamente- pasado las leyes, los
mandatos judiciales y la Constitución –o sea, la democracia- por el forro. Y
todo por permitir la votación de una hoja de ruta hacia la declaración
unilateral de independencia que, según declaró la propia Forcadell en el
juzgado, no tiene efectos jurídicos ni es vinculante. O sea, que era puro
postureo.
Qué
manía tan aburrida esta de los independentistas de fabricar mártires de cartón
piedra. Empezando por la madre de todos los mártires, que es, para ellos, la
propia Cataluña. Da igual que los datos digan que el déficit fiscal de Cataluña
es la mitad del de Madrid. O que Cataluña es la comunidad con un mayor
incremento de la financiación en los Presupuestos Generales del Estado. O que
el Estado invierte en obras públicas en esa comunidad un 20% más que la
Generalitat. Da lo mismo; ellos siguen con su “España nos roba” y punto pelota.
Que sea la comunidad en la que los políticos cobran los sueldos más altos o que
su gobierno gaste en embajadas y referéndums lo que no tiene para hospitales o
servicios sociales no cuenta.
Como
también da igual que haya más catalanes en contra de la independencia que a
favor, tal como indican los datos del propio Centro de Estudios de Opinión de
la Generalitat, ellos a lo suyo. Y los que soplen en contra de lo suyo están
atacando a la democracia, dicen. Todo por la patria.
Apoyados
en ese victimismo de culebrón y esa prevalencia de lo identitario en que se
basaron también ciertas doctrinas que espero no vengan al caso, se permiten decidir
qué es democrático y que no y desafiar las normas de la propia democracia como
el chulito de clase desafía al profesor. Lanzando el peligroso mensaje de que el
cumplimiento de las leyes solo es obligado a conveniencia. Sería interesante
ver si al ciudadano que se salte alguna de las leyes catalanas le montan
también una fiesta.
Pues
sí, Forcadell, sé fuerte. Al fin y al cabo, probablemente el tribunal te acabe
absolviendo y no pase nada. O te condene y no pase nada. Total, tú y los tuyos
ya tenéis previsto pasar de todo.