Emburciadas

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lunes, 15 de septiembre de 2014

DIPUTADAS Y DIPUTADOS Y VICEVERSA


Anda lo que me pasó hace unos días, juas, juas. Es que resulta que mis hijas me tienen loca con un programa que ven todas las mañanas en la tele y que yo no soporto porque me parece una horterada y me resulta de lo más desagradable. Menos mal que se han acabado las vacaciones y ya no pueden seguirlo, porque, vamos, el programita es de lo más edificante.

La cosa, por lo que se ve, trata de unos chicos y unas chicas que van allí, básicamente, a ligar unos con otros. Y se disfrazan y todos opinan de unos y otros y votan. Más o menos es algo así. Pero es que cuando llega lo de opinar aquello se convierte, no sé cómo definirlo, en un gallinero en el que se dicen de todo menos bonito o bonita. Y gritan. Gritan mucho. Y dicen cosas muy barriobajeras y se insultan con un tono que qué quieres que te diga. Vamos, que la más fina de las participantes envidiaría la elegancia de la Macu de Aída. Y encima cobran, no te lo pierdas. “¿Y por ir ahí a hacer eso les pagan?”, pregunté yo estupefacta la primera vez que lo vi. Que, oye, que yo respeto mucho los gustos y las cifras de la audiencia, pero de verdad que no puedo con eso.

Pues resulta que el otro día empecé a escuchar desde mi escritorio las lindezas diarias que salían a gritos desde el televisor, ya estamos. “¡Choni!”, decía una. “¡Macarra!”, chillaba otra. “¡Que no tienes ni puta idea!“, “¡Comemierda!”, “¡Fea!”, “Gilipollas!”, “¡Mamarracho!”, “¡Pelele!”… Mira, cuando llegaron al “¡Chulo de barra americana!”, qué nivel, no aguanté más; aquello ya me pareció pasarse de mal gusto. Así que me fui como una flecha a la sala decidida a ordenarles a mis hijas que apagaran la tele. Y menudo chasco me llevé.

Que no estaban viendo el programa de marras, tú. ¡Que lo que había en la tele era un informativo con un reportaje sobre los plenos del Parlamento gallego, madre del amor hermoso! Yo no daba crédito, pero lo que es los políticos que allí aparecían lo perdieron todo. Como yo delante de las niñas, por otra parte; tanto decirles que vean el telediario en vez de esa cosa que ven para esto. Lo peor fue que me preguntaron “¿y por ir ahí a hacer eso les pagan?”. “Les pagamos, hijas, les pagamos”, pensé para mí. Glups.

viernes, 12 de septiembre de 2014

INDEPENDENCIA E INDECENCIA


Hace muchísimos años leí un librito simpatiquísimo sobre el descubrimiento y la colonización de América –cuyo autor, imperdonablemente, no recuerdo- que decía que los que llegaron allí no pudieron saber cuántos indígenas había porque no se estaban quietos y no había forma de contarlos. Pues algo así les debe pasar a los que se encargan de contar participantes en las manifestaciones. Porque es que siempre pasa lo mismo, que no es que haya variaciones entre las cifras que dan unos y otros, es que hay abismos. Y esta última Diada de Catalunya no ha sido una excepción.

1.800.000 personas había en la “V” dijo la Guàrdia Urbana. Y va la Delegación del Gobierno y dice ¡hala, hala, bájate de la moto, que no había más de medio millón!, qué discusión más tonta. Hombre, vamos a ver, que vale, que igual los urbanos han redondeado un pelín a lo alto, pero que todos hemos visto las imágenes, señores míos. Y decir que esa marea humana que nos han enseñado desde tantas perspectivas solo la formaban 500.000 personas, en fin, a mí me parece quedarse largamente cortos. O, sencillamente, serlo.

Pero, es que, además, ¿qué sentido tiene recortar ese éxito de convocatoria? ¿Para qué? Que no pasa nada, hombre. No pasa nada porque Catalunya se haga famosa en el mundo entero por haber organizado la mayor manifestación nunca vista para pedirle el divorcio a España. No es ninguna vergüenza ni, por lo tanto, nada que haya que esconder.

Distinto sería que todos esos catalanes se hubieran manifestado en contra de una gestión, la de sus gobernantes, que recorta en Sanidad y Educación muchísimo más que ninguna otra comunidad autónoma, vamos, de récord total. Que cierra hospitales como quien cierra en el cinquillo y no puede pagar los servicios sociales mientras se gasta millones de euros en la aventura esta de independizarse. Una gestión que ha convertido a su Comunidad en la más endeudada del país, debiendo casi 62.000 millones de euros, que igual a algunos les parecerá tema menor, pero yo hay meses que no los gano; la que más empleo ha destruido –casi la cuarta parte del total de España-; la que tiene los precios más caros; donde aumenta notablemente el riesgo de pobreza. Una comunidad que acapara la mitad de la deuda de empresas públicas de todas las comunidades, que se dice pronto; y casi la cuarta parte de las empresas que han quebrado en toda España, mientras la inversión extranjera pierde comba respecto a otros territorios.

Eso sí que sería vergonzoso, que no es cuestión de airear los trapos sucios por el mundo adelante. Pero de eso ni hablan, menuda imagen iban a dar, que una cosa es la independencia y otra la indecencia. No, qué va, los catalanes de la gran V han salido en las teles y los periódicos de medio universo solo para presumir de que son muchos los que quieren hacer algo que no es legal, pero que como son muchos, pues a ver quién los para. Y, además, si me apuras, al final han dado una imagen, qué te digo yo, muy de folclore español, en plan Lola Flores pidiendo aquello de “si me queréis, irsen”. O al revés, que la dejen irse a ella, a Catalunya digo, qué más da. Lo que no se sabe es adónde ni de qué iban a vivir sin Europa, sin el euro, con ese ritmo de malgasto y con el Barça jugando contra el Hospitalet, pero eso parece que no les importa.

Pues muy bien. Pero, una cosita, caso de que se vayan, digo yo que pagarán antes los miles de millones que el resto de España les ha prestado ¿no? Lo del rescate y eso. A ver si con todo este mareo de perdiz lo que pretenden esos gobernantes catalanes que han demostrado ser tan buenos gestores es hacer un “simpa” y si te he visto no me acuerdo. Porque, efectivamente, una cosa es la independencia y otra la indecencia.

martes, 9 de septiembre de 2014

LOS HUEVOS NEGROS


O sea, que mucho antes de que Hacienda le tocara los huevos a Pujol, ya se los pasaba una pitonisa por la espalda. Bueno, en realidad, Adelina, qué simpática mujer, dice que no es pitonisa ni nada de eso. Que es sanadora. Pero el caso es que, gracias a los huevos, le adivinó al expresident que tenía muchas envidias alrededor. Que tenía mal de ojo, además de un tic en el ídem. Porque eran negros. Los huevos, digo.

Yo no sé si eran negros o verdes, pero lo que tengo claro es que los huevos de Pujol eran cuadrados. Porque hay que tenerlos así para amasar la fortuna que amasó con dinero más negro que los huevos de Adelina y, encima, hacer negocio con ella mandándole clientes a cambio de una comisión que me río yo del 3 por ciento de los constructores. Que la explotaba, dice Adelina, porque por cada consulta no le daba más de 25 euros, con lo que ella le ha dado a ganar, hay que ser mala persona.

No me extraña que la curandera diga de él que era más agarrado que un chotis. También dice que es un piojoso, un atontado y un papanatas. Hombre, esto último lo dirá por su fe ciega en el método huevero porque, por lo demás, el exhonorable tiene poco de crédulo, simple o inocente, visto lo visto.

Lo que no adivinó la adivina, al parecer, es que Pujol iba a Andorra a algo más que a verla a ella. Eso se ha sabido años después sin necesidad de huevos. Y menuda tortilla se ha liado.

Ya sé que esto de Adelina no es más que una anécdota en un asunto escandaloso. Y también sé que grandes dirigentes de la Historia contaban con videntes en su nómina de asesores. Pero es que, sinceramente, yo puedo hacerme a la idea de que este hombre que ha sido tanto, que ha sido tan respetado, que ha dirigido durante tantos años una comunidad con tanta  habilidad que le robaba a manos llenas mientras la convencía de que los ladrones eran de fuera, haya sido un chorizo de gama alta. Pero de ahí a imaginarlo confiando su futuro a un huevo… eso es mucho golpe de dios.

jueves, 4 de septiembre de 2014

DE LA PRENSA Y LOS MEROS INCIDENTES


Dice Mónica Naranjo que viendo los informativos en la tele dan ganas de suicidarse. Pues yo digo que leyendo la prensa no te dan ganas ni de morirte, vaya. Qué tristeza, tú. Es que leo en un periódico, en uno serio ¿eh?, que está entre los primeros de España y bien que presume de ello. Pues leo hoy en su edición digital una información que titula “El tren A Coruña-Vigo sufre un retraso de más de una hora por un accidente en Arousa”. Bueno, pues bien ¿no? No es que la cosa sea muy, muy noticia, porque los retrasos en los trenes son bastante habituales, pero para un breve en dos de sus ediciones locales –que es donde aparece- puede valer. La reseña sigue con un subtítulo en el que se informa de que el tráfico quedó cortado durante dos horas y que resultaron afectados los pasajeros de otros dos viajes. Y el cuerpo de la información, en la que ya no se habla de accidente sino solo de “incidente”, ofrece datos como que la cosa fue a las 8.22 horas, que el convoy estuvo detenido en una estación unos 77 minutos, que la interrupción afectó a tres trenes, que los pasajeros de uno de ellos tuvieron que ser transportados por carretera o que otro sufrió también un retraso.

Hasta ahí todo bastante normal, quitando que ya tiene mérito que Renfe logre que un tren afectado por un paro de dos horas en el tráfico solo llegue algo más de una hora tarde, para que luego digamos. Pero lo triste viene cuando, por fin –porque uno se lo está preguntando desde la primera línea- el periódico en cuestión tiene a bien explicarte el motivo del corte de tráfico ferroviario. O sea, cuál fue el accidente –rebajado a incidente unas líneas más abajo- que causó el parón. Pues bien, te lo explica al final de todo: “El paro del tren se produjo tras morir una mujer arrollada que había dejado el coche en las inmediaciones”. ????!!!!!!!????? Pero… ¡por Dios bendito! ¡Que un tren ha atropellado a una señora y ni muriéndose la pobre merece un titular! Tristísimo.

O sea, que la noticia es que un tren sufre un retraso de más de una hora, ya ves tú, notición. Y que hubo un paro de dos horas en esa línea. Y que los pasajeros de otro tren tuvieron que llegar a su destino por carretera. Pero que una mujer muriera atropellada por el tren de marras, eso ¡bah!, nada, un detalle sin importancia, puro relleno.

A mí eso me parece un sinsentido periodístico. Salvo que la señora fuera como aquella que apareció el año pasado en otro periódico serio por haber muerto dos veces consecutivas. Sí, sí, así lo decía aquel titular, “Fallece por segundo día consecutivo una mujer de 103 años”. Es que, claro, a esas edades, ya se sabe, no se gana para sustos y se muere uno un día sí y otro también. Y, claro, la segunda vez pues ya no es noticia. O a lo mejor el periódico este de hoy no estaba del todo seguro de que la mujer del tren hubiera fallecido porque no se le había hecho una autopsia como aquella de la que hablaba otro diario que tituló en su día “La autopsia confirma al 100% la muerte de…”. Que más vale ser prudentes, oye, no vaya a pasar como con aquel diputado de Turismo que, según otro rotativo, volvió al trabajo tras morir casi ahogado. Que menos mal que no se ahogó del todo, porque ya era lo que le faltaba al pobre, después de morirse y encima tener que volver a trabajar.

Pero, vamos, que no, que todo parece indicar que esta pobre señora arrollada por el tren estaba muerta, o “gravemente muerta” como decía de otra persona otro diario hace tiempo. Y que la cosa no se quedó en “graves daños cerebrales en el hígado, intestinos, vejiga y pérdida de visión”, como se podía leer en otra noticia antigua. Lo que yo te digo, que hay gente que no tiene la cabeza en su sitio.

Vaya todo este comentario sin acritud, que los periodistas somos “personas humanas” y tenemos nuestros días. Pero vaya, sobre todo, como homenaje a esa pobre mujer que ha muerto hoy dos veces: en una vía y en un periódico que no le ha prestado la menor importancia y la ha rebajado a mero incidente. Descanse en paz.