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viernes, 12 de septiembre de 2014

INDEPENDENCIA E INDECENCIA


Hace muchísimos años leí un librito simpatiquísimo sobre el descubrimiento y la colonización de América –cuyo autor, imperdonablemente, no recuerdo- que decía que los que llegaron allí no pudieron saber cuántos indígenas había porque no se estaban quietos y no había forma de contarlos. Pues algo así les debe pasar a los que se encargan de contar participantes en las manifestaciones. Porque es que siempre pasa lo mismo, que no es que haya variaciones entre las cifras que dan unos y otros, es que hay abismos. Y esta última Diada de Catalunya no ha sido una excepción.

1.800.000 personas había en la “V” dijo la Guàrdia Urbana. Y va la Delegación del Gobierno y dice ¡hala, hala, bájate de la moto, que no había más de medio millón!, qué discusión más tonta. Hombre, vamos a ver, que vale, que igual los urbanos han redondeado un pelín a lo alto, pero que todos hemos visto las imágenes, señores míos. Y decir que esa marea humana que nos han enseñado desde tantas perspectivas solo la formaban 500.000 personas, en fin, a mí me parece quedarse largamente cortos. O, sencillamente, serlo.

Pero, es que, además, ¿qué sentido tiene recortar ese éxito de convocatoria? ¿Para qué? Que no pasa nada, hombre. No pasa nada porque Catalunya se haga famosa en el mundo entero por haber organizado la mayor manifestación nunca vista para pedirle el divorcio a España. No es ninguna vergüenza ni, por lo tanto, nada que haya que esconder.

Distinto sería que todos esos catalanes se hubieran manifestado en contra de una gestión, la de sus gobernantes, que recorta en Sanidad y Educación muchísimo más que ninguna otra comunidad autónoma, vamos, de récord total. Que cierra hospitales como quien cierra en el cinquillo y no puede pagar los servicios sociales mientras se gasta millones de euros en la aventura esta de independizarse. Una gestión que ha convertido a su Comunidad en la más endeudada del país, debiendo casi 62.000 millones de euros, que igual a algunos les parecerá tema menor, pero yo hay meses que no los gano; la que más empleo ha destruido –casi la cuarta parte del total de España-; la que tiene los precios más caros; donde aumenta notablemente el riesgo de pobreza. Una comunidad que acapara la mitad de la deuda de empresas públicas de todas las comunidades, que se dice pronto; y casi la cuarta parte de las empresas que han quebrado en toda España, mientras la inversión extranjera pierde comba respecto a otros territorios.

Eso sí que sería vergonzoso, que no es cuestión de airear los trapos sucios por el mundo adelante. Pero de eso ni hablan, menuda imagen iban a dar, que una cosa es la independencia y otra la indecencia. No, qué va, los catalanes de la gran V han salido en las teles y los periódicos de medio universo solo para presumir de que son muchos los que quieren hacer algo que no es legal, pero que como son muchos, pues a ver quién los para. Y, además, si me apuras, al final han dado una imagen, qué te digo yo, muy de folclore español, en plan Lola Flores pidiendo aquello de “si me queréis, irsen”. O al revés, que la dejen irse a ella, a Catalunya digo, qué más da. Lo que no se sabe es adónde ni de qué iban a vivir sin Europa, sin el euro, con ese ritmo de malgasto y con el Barça jugando contra el Hospitalet, pero eso parece que no les importa.

Pues muy bien. Pero, una cosita, caso de que se vayan, digo yo que pagarán antes los miles de millones que el resto de España les ha prestado ¿no? Lo del rescate y eso. A ver si con todo este mareo de perdiz lo que pretenden esos gobernantes catalanes que han demostrado ser tan buenos gestores es hacer un “simpa” y si te he visto no me acuerdo. Porque, efectivamente, una cosa es la independencia y otra la indecencia.

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