Emburciadas

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martes, 28 de octubre de 2014

CORRUPCIÓN Y PRESUNTOS


Hala, 51 individuos más para el suma y sigue de la corrupción. Esto es un no parar, oye. Un no parar de presuntos, porque con tanta trama los juzgados no dan más de sí y la justicia va tan lenta que uno puede quedarse de presunto hasta la jubilación. Dice un periódico que la corrupción política indigna a toda España. Hombre, pues sí, pero esto no es de ahora, supongo. La indignación no habrá venido por los púnicos esos, que parece que lo de meter la mano en el cajón se lo han inventado los de ahora. Lo que es yo, llevo indignada desde aquello de los fondos reservados del Gobierno de Felipe González, mira si ha llovido. Y el culmen de mi indignación llegó con lo del terrorismo de Estado del GAL, que lo de robar desde las administraciones es que me solivianta grandemente, cómo no, pero lo de matar desde las instituciones me espanta, no puedo evitarlo.

Y si cada redada de estas nos indigna más, con las reacciones de los partidos ya te dan ganas de morder a alguien, vamos. Los del PP piden prudencia y aseguran que están avergonzados y escandalizados. Pues, vale, muy bien, nos dejan mucho más tranquilos. Y los del PSOE que, como ahora han detenido a 51 personas por otra trama y la mayoría son del PP, pues ya no quieren pactar con ese partido medidas contra la corrupción, chincha rabiña. Pero, vamos a ver, ¿no era precisamente porque salen casos un día sí y otro también por lo que habíais decidido que algo había que hacer? A ver si ahora va a resultar que vosotros sois la Virgen María sin pecado concebida, vamos. Que con los púnicos no sé cómo está el podio, pero hasta hace poco dominabais la pole position de imputados en esta carrera vergonzosa.

De todas formas, yo creo que da igual, porque las medidas que los partidos anuncian sobre el tema en cada pico de indignación no me tienen pinta de ser muy útiles. A saber, por ejemplo: chorizo que pillen, chorizo que echan de sus filas. Hombre, pues sí que es un gran avance en cuestión de buenas prácticas. Y, además, luego resulta que todo depende. Otra: limitar la financiación de los partidos. Pero si ya está limitada por ley, señor mío. El problema es que aquí de lo que estamos hablando es de gente que se salta la ley, a ver si nos damos cuenta. Y la propuesta más de moda: aumentar la transparencia. La transparencia es the last grito, que decía un amigo mío. Ahora lo más in es publicar en las webs de partidos e instituciones los contratos que hacen, lo que cobran los cargos, los asesores que tienen y sus sueldos. Ya, pero a mí lo que me preocupa es lo que no publican. Porque, claro, ¿quién me dice a mí que ahí está todo y que todo lo que está es cierto? En alguna página ya he notado yo que faltan, por ejemplo, unos cuantos asesores de esos de confianza. No salen, pero existen. Por otra parte, si alguien en algún partido o, incluso, en alguna institución de esas, cobra un sobresueldo de esos tan manidos últimamente, o sea, lo que se conoce vulgarmente como sobre, ¿me van a hacer creer que lo van a poner en su web? Ya lo estoy viendo: Apartado A: retribuciones; Apartado A1: legales; Apartado A2: ilegales. Amos, no me jodas.

Teniendo en cuenta que el problema de fondo es que el ser humano es, por naturaleza, egoísta y ambicioso, sería más efectivo, en mi modesta opinión, que los partidos funcionaran como empresas. Cuando tú te presentas a una oferta de trabajo, normalmente tienes que pasar una entrevista personal en la que te preguntan hasta por el novio que tuviste en parvulitos. Y te hacen preguntas-trampa. Y te someten a pruebas de psicología moderna que, mientras tú piensas qué chorrada es esta, ya te han radiografiado hasta las intenciones. Y te observan tan meticulosamente que sales convencido de que te han visto la ropa interior. Y si no superas esa entrevista, ya puedes ser el mejor ingeniero del mundo que no entras. Porque en esos minutos han podido deducir, entre otras cosas, que eres demasiado ambicioso o vago o trepa o amigo de lo ajeno.

En la política, no. En la política, cuando hay que meter a gente en listas electorales, basta con que alguien de confianza del jefazo diga “hay que fichar a este, que arrastra en la zona” o, peor, “que le debemos un favor a su padre”, ya empezamos. Y, claro, así, luego puede salir cualquier cosa. Y si lo que sale es un chorizo y lo pones a manejar pasta, pues es fácil que tengas un presunto de esos.

sábado, 25 de octubre de 2014

FRANCISCO NICOLÁS Y ASPIRANTES A SER LO MÁS


O sea, que un chiquillo que hace dos días que dejó el pantalón corto se fotografía con medio mundo y, con poco más que ese aval y su labia, consigue vivir a cuerpo de rey y sumar un montón de amigos engañando a to quisqui. Pues ya tiene mérito el chaval. Que todos conocemos o hemos coincidido alguna vez con un trepa o con alguien cuya máxima aspiración es, sencillamente, ser lo más. Pero que consigan ese nivel de éxito ya no es tan común. Este es que lo ha bordado. Con elegancia y finura, como aquel Frank Abagnale Jr al que Spielberg llevó al cine en “Atrápame si puedes”.

Me estoy acordando, por ejemplo, de una que conozco yo que también venga a salir en fotos y actos públicos y ruedas de prensa y, sin embargo, ya ves, lo único que ha logrado es estar cada día más sola y aislada y caerle mal a la mayoría de la gente. Bien es verdad que esta falla estrepitosamente en las formas. Vamos, que elegancia, en fin, pero finura, pues tampoco. Fíjate que por no apearse del “candelabro” hasta aparece en actos e imágenes que les corresponden a sus compañeros, en una nueva modalidad de lo que se conoce como “fotos robadas”. Eso sí, si la cosa luego se complica por las razones que sea –por ejemplo, porque ella es un hacha complicando las cosas- le pasa el marrón a otro con muy malas maneras, o sea, con las suyas propias. En cuanto a la labia, pues tampoco es lo suyo; que no creo yo que Francisco Nicolás se dirigiera a sus embaucados hablándoles como si fueran niños o tontos. Y así, claro, esta mujer ya no engaña a nadie. O a casi nadie, que su jefe parece que sigue en Babia a pesar de que, viéndola actuar, se diría que esta lo que quiere es ser el califa en lugar del califa, como el visir Iznogud de aquellas entrañables historietas de René Goscinny. Y es que ya se sabe, “hay gente pa tó”, como dijo el torero.

Pero, volviendo al pequeño Nicolás y dejándonos de aspirantes a ser lo más de estar por casa, a mí lo que más me llama la atención del caso es la facilidad que tenemos en este país para convertir en casi ídolos a personas como él. El chico no solo ha conseguido su minuto de gloria –o, en versión moderna, ser trending topic-, sino que los medios están un día sí y otro también sacando su historia por capítulos, hurgando en su entorno y entrevistando a familiares y conocidos, incluida “la Pechotes”, la única amiga que, al parecer, no le ha dado la espalda, qué injusta es la vida. Y las redes sociales están repletas de su rostro en las más variopintas imágenes, algunas muy divertidas. Cualquier día me lo cuelan en la foto de una rueda de prensa de la mujer esa de la que hablaba antes, no te digo más.

Debo confesar que me encanta esa capacidad que tenemos para reírnos de nuestra propia realidad. Es lo mejor que podemos hacer, sin duda. Al fin y al cabo, después de ver cómo nos la han pegado los Pujol, los Ratos, los Blesa, los Griñán, las Malenis, los sindicalistas y los tantísimos etcéteras de todo partido y condición, ver cómo un niño se la pega a tanta gente poderosa da cierto gustirrinín ¿que no?

jueves, 23 de octubre de 2014

EN PELOTA PICADA


En un país que contempla cómo políticos, expresidentes, exministros, sindicalistas y otras gentes de mal vivir roban a manos llenas, en el que un joven farsante acapara toda la atención y en el que hasta la Pantoja suplica para no ir a la cárcel, lo del éxito de un programa en el que los participantes aparecen en pelota picada era cuestión de tiempo. De alguna forma hay que evadirse, y cuál mejor que contemplando un retrato de nosotros mismos al natural.

Casi tres millones de personas vieron la otra noche el nuevo reality en el que chicos y chicas ligan desnudos. No vi “Adán y Eva”. No, no es que vaya de exquisita; es que los realitys me parecen aburridos, nada más. Pero, después de haber leído lo que se ha publicado sobre el estreno, “Mujeres y hombres y viceversa” me empieza a parecer un programa cultural, lo que son las cosas. Y lo del edredoning de “Gran Hermano”, una mojigatería.

A mí no me escandaliza ver a una tipa con el níspero al aire ni a un tipo enseñando Cuenca con todas las casas colgantes. Como mucho, me podría pasar como a aquella señora mayor que, cuando se publicó la foto de Butragueño con su miembro al descubierto, sintió que su marido la había tenido engañada toda la vida. A mí lo que me espantan son algunos desnudos interiores. Que la naturalidad está muy bien, pero hasta cierto punto.

Porque hay que tener muy poquito pudor para llamarle alambrada a la Alhambra y encima ponerla en Córdoba delante de tres millones de espectadores. Claro que, viniendo de alguien para quien la Biblia se publicó por fascículos, que se considera anárquica porque no le gusta el arte y que no distingue entre ríos y frutas, pues la sorpresa ya no es tan grande. Yo no me considero muy culta, la verdad, pero también soy de Barcelona y sé que el Manzanares es un río de Madrid. Igual es que la participante de ese Paraíso de cartón piedra catódico se dejó llevar por la ambientación y ya solo tenía en su cabeza la manzana del pecado. Pecado, el tuyo, reina. Y muy poco original, por cierto. Vamos que, a alguien a quien no le da ninguna vergüenza enseñar así sus atributos, lo de menos es que se le vean las tetas.

Por lo que leo, la más natural fue una aspirante que dejó claro desde el principio que ella lo que quería era un tío con pasta. Que tenga un BMW o un Mercedes y que pague siempre las cenas. Le faltó incluir una tarjeta opaca en las exigencias, con la de candidatos que tendría. A esa chica, tras su paso por ese paraíso de la cultura, lo mismo le dan un Ministerio cualquier día. Y a lo mejor no consigue el BMW, pero se encuentra de pronto con un Jaguar en su garaje.

La verdad, contemplando el éxito de ese programa, me da por pensar que igual no sólo tenemos la televisión que nos merecemos, sino también la realidad que construimos. A poquito que se nos desnude, sale lo más profundo de nosotros mismos. Y después nos quejaremos de que unos listos con poder nos dejen en pelota picada.

martes, 21 de octubre de 2014

DE LÁGRIMAS, CULEBRONES Y CATALUNYA


Bueno, pues, menos mal, parece que la semana empieza con buenas noticias. O, al menos, con una: la auxiliar de enfermería está libre del virus del ébola. Sí, es cierto que el resto de informaciones no son como para tirar cohetes: la corrupción entre políticos suma y sigue; los estudiantes van a la huelga; Mas sigue convirtiendo a Catalunya en un circo; muere Óscar de la Renta sin que yo haya conseguido ahorrar lo suficiente para comprarle un modelito; y quiebra la empresa Fiesta, con la de ahorros de infancia que me gasté yo en sus Kojak y en sus piruletas. Encima, los de Podemos se pelean entre ellos después de causarnos la gran desilusión de reconocer que sus propuestas económicas no son viables -¿en serio? Nunca lo hubiera dicho-. Y, por si todo esto fuera poco, Almodóvar vuelve a hacerse notar y dice que los gallegos son analfabetos –lo que ha provocado un gran escándalo- y anima a los de las preferentes a que les corten el cuello a Rato y a Blesa –lo que no ha escandalizado a nadie, que aquí, ya se sabe, lo de animar al asesinato se lleva bien, pero sin insultar ¿eh? sin insultar-.

El caso es que, con ese panorama, lo de Teresa Romero es, sin duda, una alegría enorme que te hace encarar la actualidad con otro ánimo. Sobre todo después de la semana de llanto que acabamos de dejar. Hija, qué días de lágrimas. Que aún no me había recuperado de la pena negra por el asesinato de Héctor, el personaje de la serie Amar es para siempre, cuando me encuentro a Oriol Junqueras llorando porque no le dan la independencia. Hombre, es que es indignante, es que eso no se hace, es que eso es traicionar a los millones de seguidores que tiene. Lo de la serie, me refiero, que lo de Junqueras más que indignante me parece patético, qué quieres que te diga.

Porque ver a Asun, la mujer de Héctor en Amar… deshecha en lágrimas viendo cómo asesinan al amor de su vida ahora que ya parecían definitivamente juntos, después de que primero no se podían casar porque él estaba casado, luego él se queda viudo y ya se pueden casar, más tarde entra en coma, se recupera, entonces descubren que no estaban legalmente casados porque su primera mujer no se había muerto, luego se pelean y al final se vuelven a juntar y hacen planes de boda… es que te parte el alma. Pero ver a Junqueras haciendo pucheros porque Mas primero dijo que independencia sí o sí, luego que ya veremos, después que referéndum, más tarde que no, que sí, que no, que elecciones y al final que un paripé de no se sabe muy bien qué… pues no es lo mismo. Vamos, que yo cuando lo vi en la tele sentí pena, mucha pena. Se me abrieron las carnes toas, vaya. Pero no por compasión hacia él, precisamente. Es que, Oriol, a ver, no se puede salir un día pidiendo la independencia por la vía de la rebelión y al día siguiente pedirla echando el moco. Vamos, que eso te hace menos creíble que la serie esa que digo.

Así las cosas, yo, puestos a elegir entre culebrones, prefiero llorar con el del difunto Héctor y su viuda Asun. Porque, al fin y al cabo, Amar es para siempre es una serie de ficción. Y el Llorar es para un rato de Catalunya empieza a ser de ciencia ficción.

jueves, 16 de octubre de 2014

CULAMEN Y PECHAMEN


Qué mundo este tan cambiante y paradójico, oye. Que resulta que salgo de un seminario en el que se manejaban conceptos como blogging, copywriting, linkbuilding o SEO y con la misma me encuentro en la prensa con que la Real  Academia Española de la lengua admite ya, en la nueva edición de su Diccionario, “culamen” y “pechamen”. Jolín, cómo nos modernizamos ¿eh? A eso le llamo yo ir con los tiempos. Pero, vamos a ver, ¡que culamen y pechamen ya no lo decía ni Gracita Morales, que en paz descanse! (lo pongo así, con todas las letras, por si me lee Mariló Montero, que no se pierda entre siglas). Qué genial Gracita Morales, por cierto.

También acepta ahora, el Diccionario, “canalillo”,  “muslamen” e “internet”, ¡qué modernez! Sí, modernez también la admite, aunque mi ordenador me la subraye en rojo, qué antiguo. Y otras tan actuales como “desindustrialización” y “deslocalización”, a buenas horas, cuando ya no queda casi nada que deslocalizar  y desindustrializar.

Y desatascador, y salvapantallas y friki y ¡apoyabrazos! Yo lo flipo, que también es correcto según la RAE (Real Academia Española, Mariló). Lo que me ha dejado más tranquila es que ahora se puede usar papamóvil, que es como tengo yo identificado el número de mi padre en la lista de contactos de mi teléfono; y me sabía mal tener ahí una incorrección léxica, manías mías.

Vamos avanzando, sí señor. Lo mismo dentro de veinte años admiten, qué sé yo, wifi, por ejemplo. Pero hay que tener paciencia. De momento, de esta no ha entrado ni choni. Que no entiendo por qué, que bien que admiten “asín” y ahora han metido “almóndiga”, “papeo”, “murciégalo”, “gayumbos” y hasta “chumino”. Acojonante. Que también ha entrado, por cierto. Debe de ser que en esta nueva edición se han dedicado más al lenguaje culto. Digo yo.

En fin, voy a ojear el resto de la actualidad en los medios digitales, ahora que internet existe en nuestro lenguaje. Aunque me da un poco de pereza, porque estando el país como está, asín de revuelto, hay que tener mucho culamen y mucho pechamen para papearse las noticias.

martes, 14 de octubre de 2014

ARTUR MAS, UN GALLEGO DE TÓPICO


Joé, y luego dicen que son los gallegos los que nunca se sabe si suben o si bajan. Pues, anda, que Artur Mas… Este hombre tan pronto está abajo como se viene arriba de golpe, se da la vuelta, va, viene y nunca acaba de saber uno dónde está. Igual es que él tampoco lo sabe.
El President se lanzó a la aventura de la independencia subido en lo alto de la escalera, embriagado por los gritos de independencia de aquella Diada del 2012. Y, así, borracho de éxito, convocó unas elecciones que le dieron una resaca muy dura: un batacazo de doce peldaños como doce escaños. Y, a partir de ahí, el sube y baja ha sido continuo.

Un bailoteo en el que lo mismo se muestra decidido a lograr la independencia como sea que te sale con que de qué serviría una Catalunya independiente si no la reconoce nadie o asegura que la independencia serviría para que en Catalunya hubiera menos recortes. Igual dice que convocará un referéndum sí o sí como matiza que en vez de referéndum consulta, advierte que la hará pero que tiene que ser legal o amenaza con que, en fin, que si el Constitucional dice que no es legal lo mismo le desobedece.
Que si las preguntas de la consulta serán estas; que si, bueno, que igual las puedo cambiar; que si la ley no me permite hacer el referéndum me hago yo una ley que sí me lo permita; que ahora saco la campaña institucional para la consulta me digan lo que me digan; que ahora cambio la campaña por lo que me han dicho; que si no puedo hacer la consulta, hago unas elecciones; que no, que elecciones no, que habrá consulta el 9 de noviembre; que al final no va a haber consulta…

Y, en el último episodio –a día de hoy- de este despropósito, nos viene con que no habrá consulta pero habrá un “proceso de participación”, que no se basará en el decreto que aprobaron a medida –qué desperdicio jurídico; del económico mejor ni hablamos- que no servirá de nada porque no es vinculante y que la consulta definitiva se hará a través de unas elecciones plebiscitarias. Hombre, Arturo, ya está bien, qué mareo. Que después de esto, ya no sabe uno ni lo que querías preguntar en la consulta sí, consulta no de marras.

La verdad es que Mas se está descubriendo como uno de esos gallegos de los tópicos. Empezando por el hecho de que, como toda respuesta a las graves cuestiones que tiene Catalunya pendientes, él ofrece una pregunta. O sea, ¿qué va a hacer usted para arreglar los problemas de esta tierra? Respuesta: ¿quiere usted que Catalunya sea un Estado? Y después viene lo de la indecisión, lo del sube y baja de la escalera.

No me sorprendería que acabara cambiando el texto de la consulta –o lo que sea- con una papeleta tipo:
-¿Quiere usted que Catalunya sea un Estado?

   Asegún

   Adepende

   ¿Y usted?

viernes, 10 de octubre de 2014

LA ESTUPIDEZ CONTAGIOSA


Desde la patética rueda de prensa de la ministra y compañía que, de no ser porque allí no había calidad por ningún lado, sería digna de una película de Berlanga, hasta los bulos corridos por las redes sociales y los medios, a mí el asunto este del ébola ha venido a confirmarme que si hay un mal contagioso de verdad en este país es la estupidez.

El principio básico de informar sin crear alarmas injustificadas que debe presidir una crisis de este tipo se ha ido a tomar por saco desde el minuto uno de la propia crisis. Y no solo porque las autoridades han cometido errores en su gestión y en la comunicación. Parece que ha habido fallos. Parece, digo, porque con la poca y mala información de los gobiernos central y madrileño y con la mucha y perniciosa desinformación de internautas aburridos, de sindicalistas buscando su minuto de gloria, de tertulianos devenidos en repentinos expertos sobre el virus y de medios de comunicación que, enfermos de ictericia, compiten en amarillismo unos con otros, cualquiera sabe lo que está pasando.

No quisiera yo alarmar, que para eso, está visto, sobra gente. Pero que los mismos medios que hablan de falta de información y comunicación desastrosa por parte de las autoridades se afanen en vomitar supuestas noticias de interés sobre el tema que no tienen interés ninguno, saltándose para ello cualquier ética periodística y hasta normas de seguridad y de sentido común, me preocupa. Señores, los políticos puede que no estén informando debidamente, pero desde luego ustedes lo están haciendo muy indebidamente, creo yo.

La última, después de que un medio gallego alarmara con un gran titular advirtiendo de que la auxiliar de enfermería “estuvo a punto” de venir a su pueblo de Galicia cuando ya estaba enferma, una radio matara a la pobre auxiliar de enfermería, una representante sindical la intubara, un periódico le preparara la incineración y dos periodistas que soñaban con ser intrépidas reporteras se colaran en las plantas cerradas del Carlos III total para no decir nada nuevo, ha sido la foto de la enferma en la habitación de su aislamiento publicada por un diario. Y, lo mejor, el editorial que su director firma hoy para justificarla.

“Cinco razones para publicar la fotografía de Teresa Romero”, lo titula. Pero yo me lo he leído y no encuentro ninguna. Según el director de ese medio, la primera razón es que la foto no es robada porque se hizo sobre el monitor desde el que se vigila a la paciente y con el conocimiento de “algún integrante del hospital”. Cojonudo; o sea, que para este director el hecho de que un trabajador del hospital viera cómo hacían la foto y no dijera nada equivale a una autorización de la interesada. La segunda, que el plano general que ofrece la foto aporta información sobre cómo está atendida la paciente. Pues yo no veo esa información en la foto; solo veo a una persona en una cama de hospital. La tercera, que otros medios la entrevistaron por teléfono, lo que le parece fatal al director de ese periódico. Razón poderosa, sí señor; “si otros hacen cosas feas, yo no voy a ser menos”; al margen de que, si la enferma atendió a las llamadas de los periodistas fue por su voluntad. La cuarta razón, que hay televisiones que han “chafardeado” en el entorno de la afectada y ellos no. No, ellos solo se han “colado” en su lecho del dolor sin su consentimiento. Y la última, que la publicación de la imagen es poco menos que un acto para resarcir a la enferma después de que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid –otro iluminado- la culpara de su situación. Muy loable la intención, pero ¿no había otra forma?

Lo dicho, ninguno de esos argumentos es verdaderamente una razón para publicar la foto. Comprobémoslo mediante una sencilla prueba: ¿por qué publicó usted la foto? “porque no era robada y un tipo del hospital que lo vio no dijo nada”, “porque era un plano general para mostrar cómo la atendían”, “porque otros medios la han entrevistado por teléfono”, “porque algunas televisiones han curioseado en su entorno”, “porque el consejero de Sanidad le echó la culpa de contagiarse”. No, señor mío, no ha contestado usted a la pregunta; le pedíamos razones y lo único que ha dado son excusas de mal pagador.

En un país que se echó las manos a la cabeza y hasta provocó disturbios por el sacrificio de un perro, se despedaza la intimidad de una persona gravemente enferma en nombre de no sé qué libertad de no sé qué información sin que nadie rechiste.

Como ciudadana, mi mayor interés ahora mismo es que Teresa Romero se recupere y que no haya más afectados. Eso es lo primero. Lo segundo, que se detenga esa otra infección, la de la estupidez, que se está demostrando tan contagiosa. Que no todo se arregla pidiendo dimisiones políticas.

lunes, 6 de octubre de 2014

MODERNIDADES DOMÉSTICAS


Pues, oye, llámame antigua, pero a mí lo de los robotitos esos aspiradores que te van limpiando la casa ellos solos no me acaba de convencer. No. Reconozco que cuando salieron al mercado me llamaron mucho la atención y, en lo más secreto de mi yo misma, quería tener uno. Pero, ahora que lo tengo, pues qué quieres que te diga. Bien es verdad que el mío es un modelo chino que compré por cuatro duros y diez cupones a través de un periódico. Pero, aun suponiendo que los que cuestan quince veces más sean –que es lo que suele ocurrir- cinco veces más eficaces, no lo veo.

Porque, vamos a ver, el aparatito de marras –al mío lo he bautizado R2P2- entretener, entretiene, sí. Se pasea por tu casa sin rumbo fijo, se pone a dar vueltas sin venir a cuento, se atasca en cualquier rincón rugiendo como si el pobre ya no pudiera más y, normalmente, se empeña en pasar una y otra vez por las zonas más limpias olvidándose de las más sucias. Y tú lo vas siguiendo a ratos, observando sus tropiezos y sus superaciones. Pero, he ahí la cuestión, que, al final, tienes que estar pendiente de él, y para eso ya me dirás. Tienes que reconducirlo, resituarlo… y evitarlo para no tropezar. Y le hablas. Lo digo en serio; acabas hablándole. Lo animas cuando no puede con un obstáculo, lo mimas cuando el pobre se engancha con los flecos de la alfombra, y le regañas cuando no recoge aquel montoncito de migas y-mira-que-has-pasado-veces-por-ahí. Es como una mascota. Pero para limpiar, lo que se dice limpiar, la aspiradora de toda la vida, lo que yo te diga.

Reconozco que yo, que en general me considero moderna, para algunas cosas soy muy clásica. Por ejemplo, en las cuestiones domésticas. Y, sobre todo, en la cocina. Con decirte que no tengo ni Thermomix. ¡Qué digo Thermomix! ¡Si ni siquiera tengo lavaplatos! Lo que oyes. Mis amigas me dicen que antigua igual no, pero poco práctica, un rato. Pero es que a mí con los lavaplatos me pasa como con Miguel Ángel Silvestre, que me parece que están sobrevalorados. Total, para lavar los cuatro platos de los que somos de familia. Bueno y los vasos. Y los cubiertos. Y la cazuela. Y las sartenes. Y el cacito del caldo para el guiso. Ah, y las tazas del desayuno. Y los veinte vasos que me voy encontrando por todos los rincones de la casa mientras persigo a R2P2. Y la cacharrada que utiliza mi marido cuando le da por cocinar…. Bueno, vale, que sí, que igual Miguel Ángel Silvestre está buenorro del todo, pensándolo bien.

Pero yo te juro que me arreglo estupendamente sin el lavaplatos. A lo mejor es que, sí, que soy una antigua. Si lo seré que hoy para comer he hecho puré de verduras y croquetas de pollo. Así, sin esferificar ni nada, cómo lo ves. Y sin utilizar ni una gota de nitrógeno líquido. Ni desestructurar las verduras, hala, a pelo. Eso sí, las croquetas las he tenido que deconstruir un poco, porque cuando ya llevaba casi una docena me he dado cuenta de que la forma era impresentable. Ahora, que si hay que modernizarse, yo me modernizo en un pis pas: ¿qué qué he cocinado hoy? Espuma liquidificada de frutas de la huerta de primero y, de segundo, delicias de pollo difuminadas en bechamel y envueltas en destrucción de pan al calor de jugo de oliva, toma ya. Y, de tercero, fregada de platos, que yo sigo siendo más de George Clooney que del Silvestre ese. Aunque, no, tampoco tengo Nespresso.

viernes, 3 de octubre de 2014

PEDRO “EL TELEVISIVO”


Tengo que decir que a mí este chico cada día me parece más simpático. De Pedro Sánchez hablo; sí, el nuevo jefe del PSOE. Es que dice unas cosas que, claro, no me extraña que esté todo el día en el candelabro que decía aquella. Innovador es, no cabe duda. Ya lo demostró cuando salió con aquello de que iba a obligar a sus diputados a ir a los plenos y a las comisiones del Congreso. ¡¡¡¡?????!!!!! ¡La leche! Este tío es un rompedor; un vanguardista de la política.

Hay qué ver qué ingenuidad. La mía, digo. Que, te vas a reír, pero yo estaba convencida de que los diputados cobraban por ir a los plenos. Vamos, por hacer su trabajo, lo mío es grave. Y se ve que no. Que sólo cobran por ser diputados y lo de trabajar es aparte. Y este hombre ha dicho que hasta aquí hemos llegado; que ya que les pagamos, pues que curren. Como siga con esas ideas revolucionarias, este dura dos telediarios. Que en vez de mandarlo a Sálvame, al Hormiguero, al programa de Ana Rosa o al chester de Risto, los suyos lo van a mandar a Top Chef, ¡cuchillos arriba!

Y ahora ha venido a tranquilizar a las mujeres maltratadas, consciente de la gran necesidad que hay, desgraciadamente, de prestarles más atención y articular políticas reales centradas en ellas. No os preocupéis más, ha venido a decir; si yo soy presidente os matarán igual pero os enterraremos con funerales de Estado. ¡¡¡¡?????!!!! Con la asistencia, claro, del Presidente del Gobierno, de los ministros y de la alta política. Vamos, que, con tanto funeral al que, lamentablemente, tendrían que ir, a ver quién le quedaba para los plenos y comisiones del Congreso, ya estamos.

En fin, es lo que tiene considerar que un programa como “Sálvame” es un referente social en nuestro país, como él mismo dijo. Que lo das ya todo por perdido. Y que cuando crees que compites en declaraciones con tus adversarios políticos, en realidad estás compitiendo con, qué se yo, Belén Esteban, por ejemplo. Falta saber si veremos a Pedro, “el televisivo”, en Supervivientes.