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sábado, 25 de octubre de 2014

FRANCISCO NICOLÁS Y ASPIRANTES A SER LO MÁS


O sea, que un chiquillo que hace dos días que dejó el pantalón corto se fotografía con medio mundo y, con poco más que ese aval y su labia, consigue vivir a cuerpo de rey y sumar un montón de amigos engañando a to quisqui. Pues ya tiene mérito el chaval. Que todos conocemos o hemos coincidido alguna vez con un trepa o con alguien cuya máxima aspiración es, sencillamente, ser lo más. Pero que consigan ese nivel de éxito ya no es tan común. Este es que lo ha bordado. Con elegancia y finura, como aquel Frank Abagnale Jr al que Spielberg llevó al cine en “Atrápame si puedes”.

Me estoy acordando, por ejemplo, de una que conozco yo que también venga a salir en fotos y actos públicos y ruedas de prensa y, sin embargo, ya ves, lo único que ha logrado es estar cada día más sola y aislada y caerle mal a la mayoría de la gente. Bien es verdad que esta falla estrepitosamente en las formas. Vamos, que elegancia, en fin, pero finura, pues tampoco. Fíjate que por no apearse del “candelabro” hasta aparece en actos e imágenes que les corresponden a sus compañeros, en una nueva modalidad de lo que se conoce como “fotos robadas”. Eso sí, si la cosa luego se complica por las razones que sea –por ejemplo, porque ella es un hacha complicando las cosas- le pasa el marrón a otro con muy malas maneras, o sea, con las suyas propias. En cuanto a la labia, pues tampoco es lo suyo; que no creo yo que Francisco Nicolás se dirigiera a sus embaucados hablándoles como si fueran niños o tontos. Y así, claro, esta mujer ya no engaña a nadie. O a casi nadie, que su jefe parece que sigue en Babia a pesar de que, viéndola actuar, se diría que esta lo que quiere es ser el califa en lugar del califa, como el visir Iznogud de aquellas entrañables historietas de René Goscinny. Y es que ya se sabe, “hay gente pa tó”, como dijo el torero.

Pero, volviendo al pequeño Nicolás y dejándonos de aspirantes a ser lo más de estar por casa, a mí lo que más me llama la atención del caso es la facilidad que tenemos en este país para convertir en casi ídolos a personas como él. El chico no solo ha conseguido su minuto de gloria –o, en versión moderna, ser trending topic-, sino que los medios están un día sí y otro también sacando su historia por capítulos, hurgando en su entorno y entrevistando a familiares y conocidos, incluida “la Pechotes”, la única amiga que, al parecer, no le ha dado la espalda, qué injusta es la vida. Y las redes sociales están repletas de su rostro en las más variopintas imágenes, algunas muy divertidas. Cualquier día me lo cuelan en la foto de una rueda de prensa de la mujer esa de la que hablaba antes, no te digo más.

Debo confesar que me encanta esa capacidad que tenemos para reírnos de nuestra propia realidad. Es lo mejor que podemos hacer, sin duda. Al fin y al cabo, después de ver cómo nos la han pegado los Pujol, los Ratos, los Blesa, los Griñán, las Malenis, los sindicalistas y los tantísimos etcéteras de todo partido y condición, ver cómo un niño se la pega a tanta gente poderosa da cierto gustirrinín ¿que no?

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