Dicen
que vivimos en la era de la tecnología. Pero de lo que nadie nos advirtió es de
que era la tecnología la que iba a vivir en nosotros. Y digo “en” y no “con”
porque hoy lo he visto claro. Lo he sufrido en mis carnes, vaya. Que no sé el
resto, pero lo que es en mi casa empieza a faltar espacio y la tecnología esa está
ocupando el mío.
Es
que esta mañana me ha dado por el zafarrancho de limpieza y orden y me he
quedado en los cables. No, no es que el esfuerzo con la escoba, la bayeta y la
fregona me haya dejado pelada y en el chasis; no, qué va. La cosa es que no me
ha dado tiempo ni de pasar el plumero, porque con la tarea de desenredar cordones
eléctricos y clasificar cargadores he agotado las horas que pensaba dedicar a
lo de limpiar y ordenar. Qué lío, oye, de verdad. Que nada más empezar me
encuentro un enchufito de esos tirado en la alfombra del salón y digo yo, como
si supiera de esto, este va a ser del Ipad. Y lo pruebo, y que no. Media hora
me ha costado averiguar que era del Ipod, mira tú.
Pero
peor ha sido cuando he entrado en la habitación de la mayor. Lo que me he encontrado allí, ¡Mother of the beautiful
love! Aquello era de susto.
Que yo no había visto tanto cable ni cuando trabajaba en Telégrafos. Yo creo
que ni en el Gobierno hay tanto enchufe como había allí. Mira, he empezado a
desenredar y a poco más acabo yo misma cableada. Con “l”, porque con “r” ya lo
estaba cuando aún no había liberado el de la tablet. Después estaba el del
ordenador portátil y el del e-book. Y el del Iphone, que se había liado con el cordón
de la lámpara del escritorio. Lo que más trabajo me ha dado, sin embargo, ha
sido deshacer el nudo que habían formado los cargadores del netbook, de la e-print,
de la tablet, de otro teléfono móvil y del MP3 con los cables del router wifi y
del ordenador de sobremesa. Que ha habido un momento que me he dicho, “¿y si
los dejo así, todos juntitos como están?”. Pero el lío era tan grande que me ha
dado no sé qué. Que lo mismo, he pensado, llama alguien y suena el netbook, la voz sale
por la impresora, la tablet da comunicando y le contesta el MP3 con el Happy de
Pharrell Williams. Eso contando con que el wifi no se hubiera fundido, claro.
Un
horror, en serio. Yo creo que lo he dejado todo en su sitio, cada oveja con su
pareja. Eso sí, una cosa te digo: cuando vuelva mi hija, me la cargo. Bueno, si
encuentro el cargador adecuado, que a saber.
Real como la vida misma. Lo he pasado a la gente de mi trabajo y les ha encantado.
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